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Lo canario como sello de calidad

Por José Luis Azzollini García
lunes 30 de mayo de 2022, 10:59h

Muchas veces, cuando alguien se refiere a la gente de Canarias, va precedido del calificativo “aplatanado”. Incluso he escuchado a un humorista, de pésimo gusto, unir nuestra forma de ser con la de fumar porros. ¡Para llorar!

¿Somos realmente aplatanados, los canarios?

El habitante de canarias es una persona que marca un ritmo de actividad diferente. No así sus niveles de consecución de objetivos. Es más, en este apartado, “lo canario” mantiene unos logros, que para sí lo quisiera el más veloz de los “Usain Bolt” del mundo del trabajo. Cuando hablo de ritmo diferente en la consecución de los objetivos, ni mucho menos estaré allanando el camino a quien piense que un trabajador canario puede enlentecer la finalización de una labor. ¡Ni mucho menos! Simplemente, se estará trabajando de forma concienzuda y eso requiere otro ritmo.

En el mucho laboral de la construcción, por ejemplo, el concepto “trabajo a destajo” fue importado. Naturalmente que las obras donde, este tipo de ejecución se llevaba a cabo, se terminaban antes. Pero ¿se ejecutaban con el mismo nivel de calidad que las que se terminaban en el tiempo programado para su finalización? Pues eso es algo muy parecido con lo que significa “sello canario de calidad”. Me explico: Lo que hace un canario se terminará en su tiempo pero, además, perdurará. ¡Calidad!

El mundo laboral es mucho más amplio que el ofrecido por el sector de la construcción. La actividad laboral, como sabemos, se compone de infinidad de oportunidades para que alguien, con la “canariedad” corriendo por sus venas, pueda demostrar la valía que se ofrece. ¡Calidad en su adecuado tiempo!

En la propia historia, muchos canarios y canarias, demostraron de lo que eran capaces. En la emigración, fue mucha la gente que marchó del terruño justo con lo puesto, pero con una saca repleta de “ganas y valía”. Llegaron a tierras en la que fueron acogidos de distintas formas, pero en la que demostraron que, una vez aceptados, era mucho lo que podían aportar. ¡Y vaya si lo hicieron! La gran cantidad de dinero que vino de las américas y desde Alemania, dejan claro que quienes llevaban la bandera tricolor como estandarte, ofrecían bastante más de lo que se esperaba. Ojo, no digo que fuera más que lo que otros aportaban, pero sí que destacaban por su nivel de cumplimiento. Los que regresaban pasados muchos años, lo hacían con un nivel de vida, distinto al que se fueron. ¡No se sube de nivel, siendo mediocres! Fuera el trabajo que fuera al que se dedicaran, el “sello canario de calidad”, dejaba siempre su impronta.

He tenido la oportunidad de estar junto a equipos de trabajo en Turismo, en gestión hospitalaria así como en la Industria Farmacéutica y en todos ellos puedo afirmar, que lo canario, marcaba las diferencias que me han llevado a reafirmarme en eso que vengo en llamar el “sello de calidad” y que se ofrece desde esta tierra. Tal vez sea un “algo” que tiene la gente isleña.

Por ejemplo, en los restaurantes y bares, no es que fueran lo más diligentes, si por diligencia entendemos el hacer las cosas rápidamente; pero sí que, en esos puntos de producción, eran los que cosechaban más agradecimiento por parte de los turistas. ¿La razón? Simplemente, por su idiosincrasia. Si sonreían, nunca era de forma forzada, ni estudiada. Si agradecían algo, era porque les salía del corazón dar las gracias y eso era captado por el turista o clientela. El personal canario de bares y restaurantes, siempre está en disposición de ofrecer su servicio, sabiendo que, no solo defiende su puesto de trabajo, sino también la calidad del Turismo de su tierra. Sabido es que hay gente que, viniendo de fuera, se han apuntado, con gran valía, a esa forma de actuar -mi reconocimiento y aprecio-. Y, también se sabe que, en toda cesta, habrá manzanas de una u otra familia que necesitarán ser recicladas; aquí se habla de la generalidad. La espontaneidad que muestra un empleado canario es valorada por jefes y, sobre todo, por los clientes. Y cuando está aprendiendo y las cosas las hace algo más lentas que los “Rayo kid” de turno, es porque el aprendizaje se lo toman muy en serio. ¡Hay que aprender a hacerlo bien!

En las recepciones de los hoteles, el personal canario -hablo siempre desde el punto de vista del personal bien formado- está siempre en “modo ayuda”. Hoy en día nos encontramos con mucha gente con cinco idiomas que parecen revestidos de la uniformidad funcionarial de la época del “vuelva usted mañana”. La persona canaria que trabaja en ese puesto, podrá tener menos idiomas -que no siempre es así- pero se hará entender hasta con los extraterrestres si nos visitaran. No me confundan, el saber idiomas siempre será positivo; lo que digo es que, sabiendo solo inglés y alemán, el canario se entenderá también con rusos, franceses, italianos y con quien se les ponga en frente. ¿Chulería? No: ¡estilo que aporta el sello de calidad canaria!

Para terminar con los equipos con los que he trabajado; en la propia Industria Farmacéutica, los equipos canarios siempre destacaron por alcanzar sus objetivos y estar constantemente en los puestos altos en el ranking de sus respectivas empresas. Muchos de los que venían de fuera, alcanzaban también sus logros, pero aceleraban el proceso en cuanto se acomodaban al método del “sello canario”, basado por un lado, en saber quién era el médico y quien el delegado; y por otro, en el respeto a sus propios compañeros de gremio y a las normas éticas que emanaban de su Asociación y sus empresas. ¡Sello!

En otros sectores también se captará esa actitud. Vas a un supermercado y preguntas donde está la leche desnatada. El canario no te lo dirá, te llevará hasta el sitio. ¡Sello! ¿Estás perdido y no sabes cómo llegar hasta la cafetería X? Con las explicaciones de un canario, llegarás; pues se asegurará de que las hayas entendido. ¡Sello! Un canario pocas veces habla con monosílabos, ya que hasta la frase más corta suele acompañarla con un amuleto cariñoso. ¡Sello!

El “sello canario” es de utilidad y, por eso, me rechina mucho cuando oigo decir públicamente, que la falta de formación produce que el canario o la canaria, pierda oportunidades frente a la gente de fuera. La formación debe ser una constante -nunca una objeción-. Además, ha de ser una responsabilidad de todos. ¡También de los políticos y de la parte empresarial!

Señoras y señores de la política, sigamos dando la bienvenida a quien venga de fuera a sumar, ¡faltaría más! Pero dejen de justificar la realidad de que los escasos puestos de trabajo, sean ocupados por personal foráneo por falta de idiomas o preparación en los locales. Mucha gente que aterriza en canarias, puede que vengan con idiomas, puede que vengan también con muchas ganas de trabajar; pero, en muchos casos, la formación específica se les presupone y la defensa de lo nuestro, ¡ni se espera a corto plazo!

¡El “sello de calidad canaria” como garantía laboral y promocional!

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