En Life is Strange, una videoexperiencia de toma de decisiones creada por el estudio DontNod, tomamos la identidad de Max Caulfield, una friki de la fotografía empedernida. Si algo puedo extraer de mis horas en Life is Strange es que el relato se ríe constantemente la banalidad de los problemas cotidianos de las personas. Me explico. Mediante un planteamiento inicialmente sencillo, rotando alrededor del típico instituto estadounidense y su estatus quo (populares y marginados), Max queda involucrada en algo mucho más grande cuando presencia un tiroteo en el baño del colegio nada más salir de clase. El propio disparo le hace reaccionar de tal manera que acaba descubriendo que posee la facultad de viajar atrás en el tiempo, una cualidad que no dudará en usar para intentar solventar una trama in crescendo. En realidad, cuando digo usar, me refiero a abusar. Y es que Max hace y deshace sin parar un entuerto cada vez mayor junto a su problemática amiga de la infancia Chloe Price, creando una multitud de realidades alteradas que te quitarán el aliento y no tienen previsto devolvértelo pronto.
Sinceramente, puesto que lo último que deseo es hacer ningún spoiler, vamos a obviar los detalles de la historia para comentar los puntos fuertes y débiles del juego, ¿os parece?
Para empezar, cabe destacar sin duda alguna que Life is Strange es, a pesar del toque ciencia ficción, una historia MUY humana. La historia no la juegas, se vive. Junto a Max, sentimos cada instante de alegría, tensión o miedo gracias a todas las posibilidades que ofrecen tanto diálogo como entorno. Esa es otra. Sin dudar, puedo afirmar que la ambientación de Life is Strange merece un reconocimiento especial. No solamente la música es preciosa y espeluznantemente precisa, sino que las infinitas interacciones posibles con el entorno ofrecen mucha más exploración de la esperada en un principio, haciendo de los detalles otra parte importante del todo. Además, deseo hacer una mención especial a los propios personajes, los cuales poseen una profundidad extremadamente conseguida, de modo que parecen personas plasmadas en nuestra pantalla. Finalmente, mi detalle estrella es la evolución de la misma Max: Life is Strange no nos entrega una superheroína adolescente, sino una chica normal que, de pronto, deja de serlo y se ve obligada a progresar junto con el tornado gigante de desolación que la persigue.
No obstante, Life is Strange no es un título perfecto. De alguna manera, parece que intente llevar la impredictibilidad a un extremo innecesario, llevando a un entorno un poco caótico al jugador menos atento a los detalles. Por otro lado, tampoco se puede decir que las animaciones (expresiones corporales/faciales sobretodo) sean de lo mejor en el juego, pero por suerte no son tan malas como para sacarte de la historia.
Con todo, Life is Strange suscita muchos interrogantes: ¿De dónde proceden los poderes de Max? ¿Cuál es su razón de existir? ¿Podría aparecer una precuela basada en la vida de Chloe? ¿Qué haría yo si tuviera ese poder? No sé vosotros, pero yo os aseguro que ni de lejos me metería en tantos problemas como Max, por muy rara que sea la vida.