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Las mesas en el exterior

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 01 de abril de 2021, 05:00h

Este día es singular. Hoy lees esta sencilla opinión durante la Semana Santa de 2021, marcada de manera honda por la Pandemia que nos viene acompañando más tiempo del que esperábamos y que nos tiene tragando el amargor de una novedosa forma de atravesar la Semana Santa. Es más, estás leyendo estas líneas en Jueves Santo, día del amor fraterno en el que los cristianos conmemoran la institución de la Eucaristía.

No ha habido, porque no las puede haber, procesiones en las calles. Y hay que felicitar a las hermandades y cofradías por asumir con entereza creativa esta imposibilidad. Todo va a estar en el interior de los templos y al 33 % del aforo de los mismos. Y este Jueves Santo pondremos la mesa en el interior de los templos para hacer lo que Jesús nos dijo que hiciéramos en memoria suya. Celebraremos la Eucaristía sabedores de que es el centro de la vida cristiana, fuente y cumbre de cuanto hacemos en la vida con fe.

Pero creo que, aunque pongamos la mesa del altar en el corazón de los templos, y aunque celebremos la Cena del Señor con todo el honor que se debe, y aunque en decorados monumentos reservemos la presencia eucarística de Jesús, esto nos debe empujar a sacar fuera, a la calle, a la terraza, la mesa de la vida que enamora y salva.

En la vida social es donde debemos vivir lo que en la sombra de un altar se conmemora. Allí se cargan pilas para realizar, con creatividad fiel, la construcción del reino divino que transforme las peñas en estanques y el desierto en manantial. Hay que picar piedras de discordia y de autosuficiencia para construir la casa común de la fraternidad. Es ahí, en el hogar del mundo donde se usa la toalla del lavabo de Jesús. Es ahí, donde la fealdad de la pobreza y de la exclusión social nos exige cumplir aquellas elocuentes palabras: “Haced vosotros lo mismo”. Ahí, en la terraza de la historia.

Sacar la mesa al exterior puede ser otra manera de decirnos que debemos estar en salida, abrir las puertas y salir a llevar, más que a buscar, la belleza que enamora y la verdad que libera. Es más cómodo para un camarero servir en la barra, a quienes llegan y piden; salir a la terraza exige movimiento, equilibrio, atención, vigilancia… Toca aprender de la Pandemia. Toca no contentarnos con la tradicional dinámica de la barra del bar, y sacar la mesa a la terraza de la historia.

Ayer me regalaron una fotografía de Mons. Damián Iguacen Borau, que descansa en paz tras 104 años de vida. Detrás de la imagen pusieron el himno a la concordia y una pequeña oración para pedir la concordia en la Iglesia y en el mundo. Ha sido un bonito regalo, sobre todo porque despierta deseos de hacer posible que donde quiera que estemos, la concordia que generemos sea templo del amor divino. Donde hay caridad, concordia, amor, etc., allí está Dios.

La vida es más que una mesa. Pero alrededor de una mesa podemos sentar la vida. Y nadie se sienta en una mesa de discordia y, si se siente, se levanta pronto.

Feliz Jueves Santo.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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