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Las cafeteras italianas

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 28 de enero de 2021, 05:00h

Después de un examen complicado, al que hemos dedicado duras sesiones de estudio, al poner nuestro escrito sobre la mesa del profesor solemos experimentar esa mezcla extraña de alivio y tensión, de descanso y preocupación. Hemos soltado la tensión acumulada, pero seguimos pendiente del resultado. Ya está, pero no del todo. La interesante paradoja del “ya sí, pero todavía no” tan conocida en la escatología teológica.

Para los adultos que olvidan que fueron jóvenes siempre está la apelación al conocido argumento de la preparación progresiva: “Si estudiaras todos los días un poco, no tendrías que darte esos atracones en enero”. Lo cierto es que todos necesitamos un poco de presión para estimular la voluntad. Esa presión a algunos les hace funcionar de mejor forma y tener mayor capacidad de concentración y de adquisición de conocimientos.

Un poquito de presión es buena, como es bueno un poquito de estrés. Un poquito de preocupación, de inquietud, de dificultad. Un poquito que estimule, que empuje, que ayude a estar despierto y atento a la realidad de la que nos sentimos responsables. Cuando ese poquito se excede convirtiendo en patológico el estrés, entonces ya no es un remedio, sino un problema. Hecho de menos esa sensación de presión que se siente al preparar los exámenes. Debe ser como quienes adquieren adicción a los deportes de riesgo por la borrachera de adrenalina que les proporciona.

Las cafeteras italianas función con la presión del agua al calentarse. Y es una presión significativa. Pero es un poquito de presión. Siempre tienen la válvula por si la presión crece para evitar el rebentón. Las válvulas de escape. Qué sería de la máquina de vapor, máquina que cambió la historia, sin las válvulas de escape. Un buen nivel de presión y la garantía de una válvula de escape. Así funciona la realidad.

De vez en cuando debemos revisar nuestras válvulas de escape. No podemos sufrir una presión intensa y permanente. Hemos oído muchas veces que una dedicación profesional intensa puede quemar a una persona. Estar permanentemente ante tensión y acumularla durante una larga temporada, a la corta parece que eres valorado, pero a la larga acaba contigo. Y no sabemos quienes van a recoger los trozo cuando estalles psicológicamente.

Un responsable de un equipo de trabajo, como un buen taxista, sabe que el tiempo que se dedica a la revisión y engrase del coche viene a aumentar el rendimiento de la máquina y la durabilidad de la misma. Invertir en mantenimiento es invertir en productividad. No somos máquinas, pero el hecho de que funcionen bien nuestras válvulas de escape es fundamental. Y estas deben ser oportunas y adecuadas. No alivia la presión un aumento de presión. Ni narcotizar la conciencia, ni jugar al olvido.

Una presión integral necesita un desahogo integral, que sanee lo que somos en todas las dimensiones que nos conforman. Físicamente, psicológicamente y espiritualmente. ¡Cómo recuerdo al maestro que nos decía que crecemos de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo! Descansamos físicamente y también descansamos espiritualmente.

Somos mucho más que cafeteras italianas.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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