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La solidaridad. Marca Marruecos

Por Abdel-Wahed Ouarzazi
lunes 09 de octubre de 2023, 00:33h

Vaya por delante nuestra enhorabuena a España, Portugal y Marruecos por el Mundial 2030.

Al Reino de Marruecos le están sucediendo cosas que sólo los grandes consiguen. Sabe solventar con eficacia y eficiencia cualquier desafío. Su manifiesta resiliencia, geopolítica y geoeconómica, le están aupando por méritos propios en potencia que cuenta en el mundo.

Más de 350 periodistas internacionales de más de 90 medios de comunicación de todo el mundo habían presenciado los efectos de la tragedia sísmica, así como la abrumadora solidaridad de los marroquíes. Una capacidad distintiva que viene a sumarse a la Marca Marruecos (MM).

En efecto, Marruecos acaba de dar al mundo una lección magistral de cómo gestionar una catástrofe natural, inesperada, que fue el seísmo del 8 de septiembre de 2023. Algo comparable con la también magnífica gestión de la pandemia del siglo XXI, la del Covid-19. Pero también ha dado una lección de humanidad y de solidaridad protagonizada el rey Mohamed VI y por los marroquíes desde Tánger a Lagüera, así como por los marroquíes residentes en el extranjero (MRE) desde los cuatro rincones del planeta.

Todas las provincias del país y sus capitales, con sus pueblos, aldeas y sus más recónditos aduares, así como las asociaciones nacionales e internacionales y desde múltiples grupos en redes sociales habían convocado y organizado colectas urgentes con camiones, camionetas y furgones de alimentos, ropa, tiendas de campaña, colchonetas y mantas, además de masivas donaciones de sangre para ayudar a las víctimas del seísmo. Y desde el minuto uno.

Fueron también muy llamativas las manifestaciones de solidaridad llevadas a cabo de manera individual e improvisada. Hemos visto a personas que llegaban a los lugares siniestrados con sus propios coches cargados de víveres (agua, pan y alimentos en conserva) que descargaban sobre las albardas de caballos, mulas y asnos, a pie de las montañas, para sortear el tosco camino hacia los supervivientes situados en unas cimas reducidas a escombros.

Los organismos nacionales como la Fundación Mohamed V para la solidaridad y unidades especializadas de las FAR, la UME y bomberos españoles y demás instituciones internacionales (Cruz Roja española o belga, Médicos Sin Fronteras (MSF) se habían movilizado, mano a mano. Unos para el rescate y otros para la recogida de fondos destinados a las provincias afectadas, Marrakech, al-Hauz, Chichawa, Tarudant, Azilal y Ouarzazate.

Hoy, siguiendo las instrucciones del rey Mohamed VI, se ha dado luz verde al programa de reconstrucción de las zonas devastadas y a sus cerca de 4 millones y medio de habitantes con un presupuesto de 120 mil millones de Dhs., algo más de 11 mil millones de euros. Se trata de una ingente dotación financiera a invertir a lo largo de los próximos 5 años. Un ambicioso programa multidimensional que prevé convertir la región en zona próspera, dotada de las mejoras comodidades, además del realojamiento de las personas afectadas, la reconstrucción de viviendas y de las infraestructuras necesarias.

Gracias al aporte del Estado, a la solidaridad nacional a través del Fondo 126 creado para tal efecto y al que las grandes empresas cotizadas, las PYMEs y la ciudadanía en general no han cesado de contribuir. Al margen de los 1.300 millones de dólares aprobados por el FMI con el objeto de ayudar al Reino a hacer frente a los desafíos relacionados con los desastres naturales.

De hecho, las primeras ayudas financieras directas a los damnificados ya están en marcha y las prospecciones ya han empezado. De ello se ha hecho cargo la recién creada Agencia para la Promoción y Desarrollo del Alto Atlas (APDAA) partiendo de un balance desolador: más de 163 municipios impactados, 2.930 aduares y unos 60.000 edificios dañados, de los cuales el 32% devastados y el resto parcialmente destruido.

Lo más importante es que la reconstrucción reducirá el déficit social que padecía esta región y especialmente sus comarcas montañosas. Pondrá fin a su aislamiento, facilitará su comunicación terrestre y restablecerá el equilibrio territorial y social. Se fomentará la actividad económica, el empleo y el emprendimiento de sus gentes, valorizando las iniciativas locales en todos los aspectos. Estaríamos hablando de un renacer próspero de unas regiones antaño olvidadas y que, muy probablemente, serían ejemplo y modelo a seguir para las demás regiones del gran Atlas.

En consecuencia, la sostenibilidad del programa de reconstrucción va a depender de la técnica y de la integración social de las comunidades afectadas. Se tratará de crear infraestructuras con visión futurista para minimizar daños sobrenaturales. La nueva arquitectura deberá ser coherente con la naturaleza del lugar, con sus colores y sus olores. El segundo criterio, el social, y no menos importante, aboga por la participación directa de la población afectada. Implicando a los aborígenes, ayudaría a preservar su patrimonio material e inmaterial y a promocionar y a proyectar sus futuras iniciativas.

Respetando su arquitectura, los ritos y rituales de sus comunidades, su contexto cultural y, en definitiva, su idiosincrasia se generará riqueza y reforzará el arraigo a sus tierras y a su particular identidad y, en general, enriquecerá la diversidad cultural de todo el Reino.

Se trata pues de un proyecto de reconstrucción posible, realista y realizable. Y el resurgir, cual el ave fénix de las provincias devastadas de sus escombros, a lo largo de los años venideros será un éxito garantizado por el propio rey Mohamed VI y por la enorme solidaridad de los marroquíes.

Una solidaridad que siempre ha formado parte de las tradiciones fundamentales de los marroquíes. En caso de dificultad el pueblo marroquí se levanta en bloque. Porque sus raíces están profundamente arraigadas en su larga historia y en su apego a la corona a lo largo de los siglos. Y es lo que le imprime un carácter y una personalidad especiales “Marca Marruecos” (MM). Asimismo, le permite responder a cualquier desafío, por increíble que sea. Esta es la característica fundamental del Reino de Marruecos y de los marroquíes, y este es su modo de ser y de hacer las cosas.

Abdel-Wahed Ouarzazi

Experto en Economía Política

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