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La mordaza

Por Francesca Jaume
viernes 10 de abril de 2015, 10:49h
Algunos la llaman Ley mordaza. Su nombre oficial es Ley Orgánica de Seguridad Ciudadana. Recientemente el PSOE anunció que la llevaría ante el Tribunal Constitucional junto con la reforma del Código Penal que introduce la cadena perpetua revisable.

Legislar sobre uno de los pilares de toda democracia -la libertad de expresión- es adentrarse en un terreno de arenas movedizas que puede engullir a más de uno. A nadie se le escapa que la eclosión de las redes sociales nos ha situado en un espacio virtual donde es difícil calibrar dónde está el límite a ese derecho fundamental recogido en el artículo 20 de la Constitución Española.

El nombre de “mordaza” viene del temor a que este texto normativo sea aplicado como un freno para las expresiones populares que se manifiesten contra la acción de gobierno del Partido Popular. Está claro que quien gobierna siempre es el blanco más fácil para las críticas. Las próximas elecciones locales y autonómicas, y las ulteriores estatales, serán una prueba para observar la acción del ejecutivo y de los partidos políticos en torno a ello.

A todo ello, hay que ser conscientes que, sobretodo a raíz de las reivindicaciones soberanistas de Catalunya, en las redes sociales se han podido observar afirmaciones realizadas tanto por perfiles reales como por fakes en las que se incita a la violencia de una manera más que clara. Para quien aún no lo haya comprobado le invito a que entre en Twitter e introduzca la voz “catalufos”. Los comentarios que le saldrán le dejarán ojiplático si tiene una mínima sensibilidad.

El desgraciado accidente del avión de Germanwings generó una serie de tuits verdaderamente escandalosos en contra de los catalanes, y, como tenía que ser, Fiscalía inició investigación sobre ellos.

Las redes sociales no tienen que servir de parapeto para calumniar e injuriar a las personas que no son del agrado. El derecho de auténtica defensa del ofendido es difícil si no existe una legislación efectiva en la práctica y unos mecanismos de investigación policiales eficaces. En este sentido, es bueno que exista una ley que prevenga al máximo los males que se generan por los desaprensivos.

Existe una parábola que cuenta como una persona, arrepentida de haber injuriado públicamente a otra, acudía a un sabio para preguntarle cómo podía reparar el daño que había causado. El sapiente le contesta: haz mil trozos de un papel y espárcelos a la brisa del mar. Luego intenta recogerlos todos. ¿Es posible?
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