La escuela de otoño
Por
Juan Pedro Rivero González
jueves 26 de noviembre de 2020, 05:00h
Es ya clásica la trilogía pedagógica que estructura la formación en ser, hacer y saber hacer. Asumir las técnicas operativas es imprescindible para un buen servicio, pero en manos de quien no posee una estatura ética suficiente es un verdadero peligro. Le damos la razón al gran filósofo griego que afirmaba que “el obrar sigue al ser”. Bien sabía Aristóteles que quien no es bueno, difícilmente hace las cosas bien.
Cáritas diocesana de Tenerife acaba de celebrar la “Escuela de Otoño”, un espacio formativo para sus agentes de pastoral social. Casi 300 personas, entre técnicas y voluntarias, participaron, en esta ocasión a través de videoconferencia, bajo el lema “Tiempo de Agradecer, tiempo de compromiso”, es una jornada de encuentro y formación sobre ecología humana integral.
Formarnos para servir mejor. Analizar la deriva destructiva que el actual sistema económico está generando en nuestro planeta, para que nuestra acción derive de un compromiso real y concreto con el respeto y cuidado de la Creación, a la que el Papa Francisco llama “Casa Común”. Tal vez pueda ser este el resumen de un encuentro formativo de quienes sienten la necesidad de estar atentos al bien de los últimos y no atendidos de nuestra sociedad.
Pensaba que le viene bien el nombre a esta escuela. Otoño no solo es la fecha en la que se realiza, sino la estación del año en el que caen las hojas de las árboles, haciendo presente las ramas desnudas de aquellos frutales que en verano nos muestran el fruto de su naturaleza. Nos gusta la Primavera y el Verano, porque nos hacen presente la vida y la fuerza de la naturaleza. Es la figura visible de un fondo frío y húmedo precedido por el Otoño. Es este un tiempo de decadencia natural, de tono ocre y apagado. Los mismos psiquiatras reconocen la influencia de esta etapa en la salud mental de muchas personas. Se apagan las ilusiones.
Y, a pesar de ello, es “(...) tiempo de compromiso”. Y solo la esperanza ofrece ocasión al compromiso. Si no consideramos posible el cambio, si no es posible que las cosas puedan cambiar y mejorar, si no consideramos que lo mejor puede llegar, la esperanza es solo un concepto de un diccionario encerrado en el anaquel del pasado. Es posible el compromiso porque hay esperanza.
Podemos cuidar más y mejor la Creación. Podemos ser más austeros en nuestra vida personal. Podemos transformar nuestros comportamientos y ser capaces de reutilizar más, de reciclar mejor, de reducir la basura y conquistarle a nuestra Casa Común un poco de esperanza. Somos capaces de hacer más, siendo mejores. Y lo somos aquí, en nuestro pequeño mundo, y allá, en el mundo grande donde la crisis ecológica estropea tierras de cultivo, seca ríos y afea el jardín.
La naturaleza no es estática. El cambio es inherente. El Otoño sucede al verano. Es una Casa Común con dinamismo interno. En otoño hay esperanzas posibles. Y las esperanzas son posibles en cualquier estación y situación de esta realidad dinámica en la que habitamos.
Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife
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