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Insistir, resistir, persistir y nunca desistir

jueves 25 de enero de 2024, 20:32h

He aquí los cuatro verbos de la resiliencia. Ante la tiranía de la vulnerabilidad se alza la esperanza de la resiliencia.

Ser resiliente no significa no sentir malestar, dolor emocional o dificultad ante las adversidades. Esta situación misteriosa está basada también en la evidencia de que los elementos constitutivos de la resiliencia están presentes en todo ser humano y evolucionan a través de las fases del desarrollo o ciclo vital, pasando de ser comportamientos intuitivos durante la infancia, a agudizarse y ser deliberados en la adolescencia, hasta ser introyectados en la conducta propia de la edad adulta.

“Es tan jodido enfrentarse al dolor. Sentimos la punzada del dolor y decimos “es culpa de ella, o de él, o culpa mía, o culpa de mi padre, o culpa de mi madre, o culpa de Dios...” Y tratamos de zafarnos... ¡y todo sucede en un segundo!, ¡sentimos dolor...juzgamos! ¡Fuera ese dolor! Luchamos contra el dolor como si fuera a destruirnos cuando en realidad, si lo aceptamos, lo que hará será curarnos”. (Samuel Shem, 1997. Monte Miseria).

La muerte de un ser querido, una enfermedad grave, la pérdida del trabajo, problemas financieros serios, etc., son sucesos que tienen un gran impacto en las personas, produciendo una sensación de inseguridad, incertidumbre y dolor emocional.

Aun así, las personas logran, por lo general, sobreponerse a esos sucesos y adaptarse bien a lo largo del tiempo.

El afecto es el gran tejedor de resiliencia. Basta con que haya una persona en la vida del herido que le escuche, le acompañe y restablezca el vínculo roto, para que se produzca el comienzo de la recuperación física y emocional.

Ojalá nos sigamos viendo siempre en este camino, que es la vida.

Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.

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