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Iker

viernes 17 de julio de 2015, 14:02h
Pocas veces me he saltado la norma “no escrita”, costumbre con fuerza de ley, y he dedicado una columna pública a hablar sobre deporte. No por falta de ganas, sino porque los colores (el color, más bien, blanco inmaculado) eliminan cualquier rastro de neutralidad que pueda incorporarse a algo tan pasional como el fútbol.

Sin embargo, creo que la marcha de un símbolo como Iker Casillas merece que le dedique este artículo. Es, ha sido, uno de los porteros más grandes que ha dado este país y, además, tiene el honor de haber levantado la única Copa del Mundo que hemos ganado. La del gol de Iniesta, sí, pero también, no lo olvidemos, la de la parada a aquel expreso Holandés (ése sí es un expreso, no los de Gales…) llamado Arjen Robben.

No confundan este artículo. Quienes me conocen podrán dar fe de que nunca he sido un “Casillista de pro”. Tampoco un anti, ojo. Siempre he tratado de analizar si merecía una crítica o un aplauso y no me he cortado en brindarle una de las dos dedicatorias.

Cuando un madridista como yo piensa en Casillas no se acuerda de, todo hay que decirlo, sus dos últimas temporadas, en las que su rendimiento ha caído en picado. Quizás es que el listón estaba demasiado alto y nos tenía mal acostumbrados. Puede ser. En todo caso, la figura de Iker ha trascendido a la de un mero portero y, en los peores momentos del Madridismo, él estuvo ahí para salvarnos. ¿Acaso nadie se acuerda de que, en el 2-6 frente al Barcelona, Iker salvó varios goles cantados? ¿Nadie se acuerda de cuando, en la final de la Copa del Rey contra aquel imbatible Barça de Guardiola, sacó una vaselina volando –literalmente- hasta un punto al que nadie hubiera llegado? Pensemos un momento en aquel contexto: ¿Se imaginan Uds. que Iker hubiera pensado sólo en el mismo? ¿En lo fácil que hubiera sido abandonar un Madrid cuyo centro del campo eran Thomas Gravesen, Diarra, Emerson o Gago e irse a jugar al Barça, por ejemplo, con Xavi, Messi, Deco o Iniesta? Pero Iker se quedó.

El Madrid, decía la prensa, juega con un 1 y con un 9. Iker para los goles y Ronaldo Nazario los metía. El público estaba acostumbrado a los milagros en ambas áreas. El Madrid no jugaba a nada y ganaba partidos. ¿Qué culpa tenía Iker? Él se limitaba a parar goles.

Tal y como digo lo anterior, en honor a la verdad, debo reconocer que este año veré más tranquilo los partidos del Real Madrid. Pero creo que calificar sus partidos como “carnicerías de Milwaukee” o bromear sobre incluirlo en el rescate de Grecia me parece excesivo.

¿Saben, en todo caso, con qué recuerdo me quedo de Casillas? Con un vuelo. Un pie en el último segundo que nos dio la novena copa de Europa. Un mano a mano que salva. El Bernabéu gritando: “Iker, Iker”. Me quedo con un capitán, mejor o peor, levantando una copa del Mundo. Varias copas de Europa.

No tengo ni idea de qué pasó con Mourinho. No sé si Iker fue un topo o si, por su culpa, hubo un cisma en el vestuario. Tampoco voy a acordarme de los malos momentos. Del Calderón coreando burlonamente su nombre. De su fallo en la final de la Champions League contra el Atlético de Madrid. De la… despedida (¿?) que le brindó el Madrid. De sus lágrimas en solitario.

Dicen que el Madrid de Florentino ha tenido, tanto en este tema como en otros muchos, muy poco estilo. Sinceramente, esos comentarios me parecen muy benevolentes. Yo, el estilo, en la gestión actual del Madrid, no lo veo por ningún sitio…
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