Grecia no es comparable con España

El pueblo griego ha hablado. Es natural que ante tantas estrecheces los griegos se revuelvan y opten por otorgar su confianza a cualquiera que les proponga poner fin a las estrecheces que vienen soportando desde hace años. Comprensiblemente, cualquiera que proponga seriamente acabar con las opresivas condiciones de la troika europea se lleva el gato al agua. Son muchos meses de soportar que sean otros quienes gobiernen por ti. La soberanía griega está en manos de los acreedores, fundamentalmente de Alemania. Y eso no lo va a cambiar Syriza ni su líder Alexis Tsipras. A lo más, decidirá no pagar sus deudas, lo que inevitablemente conllevará que nadie le prestará ni un euro. Pero no parece que las cosas vayan a ir por ahí, sino más bien que Grecia buscará negociar con sus socios europeos para hacer más cómodas y razonables las condiciones del rescate.

Toda comparación con España es absolutamente improcedente. Quienes señalan que la victoria de Syriza en Grecia es premonitoria de lo que se avecina en nuestro país, lo hacen por motivos electoralistas y sin mucho fundamento ni rigor. España nada tiene que ver con Grecia. Pero ¡alerta! Los partidos mayoritarios deben tomar nota del descontento ciudadano, de la frustración que ha producido la reducción sistemática de los salarios y el brutal aumento de la presión fiscal que en las postrimerías de la legislatura el Gobierno de Rajoy se apresta a suavizar. El hastío de buena parte de la sociedad está ahí y a ningún lado lleva negarlo. De ese hastío depende el hundimiento o no de los partidos tradicionales. Eso es lo que está en juego en las próximas elecciones. Quienes consigan gestionar y reconducir el enfado de los ciudadanos, lograrán el aplauso de la ciudadanía. Pero es dudoso que muchos electores otorguen el gobierno a formaciones que solo proponen la ruptura del actual estado de cosas sin más. Grecia no es España.