www.canariasdiario.com

Gestos con alma

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 20 de junio de 2024, 05:00h
Uno de los datos concretos que se presentó el pasado sábado con motivo de la Asamblea anual de Cáritas de Tenerife fue que en las parroquias de la provincia de Santa Cruz de Tenerife fueron atendidas el año pasado un total de 10.799 personas, tanto en relación a cobertura de sus necesidades básicas como en talleres y acciones para la mejora de su calidad de vida. Claro que hay muchísimas más personas en situación de vulnerabilidad entre nosotros, pero este número es más que un número: es un gesto de generosa responsabilidad. Es un gesto de solidaridad contundente. Y necesitamos que se nos diga. No hacia fuera, de manera mediática y para la información social; sino hacia dentro, hacia la comunidad cristiana que se reúne semanalmente en los templos parroquiales y contribuye generosamente para este servicio que llevan adelante otros miembros de la comunidad dedicando tiempo voluntario a realizar ese compromiso comunitario. Porque en ocasiones no somos conscientes del bien que podemos hacer cuando decidimos, entre todos, colaborar al alivio de las heridas del prójimo.

Ayer asistí a la celebración de una tanda de primeras comuniones en la Parroquia de Santo Domingo, en La Laguna. Una celebración preciosa, bien preparada, elegantemente desarrollada, esplendorosamente decorada. Si solo se hiciera eso en las parroquias, nuestra vivencia del mensaje de Jesús sería triste y pobre. Esa acción litúrgica, apoyada por la labor educativa de la catequesis, se complementa con una opción preferencial por los más necesitados. Palabra, Liturgia y Caridad son las tres patas que sostienen la vida cristiana. Y estoy seguro que la misma importancia tienen aquellos que voluntariamente dedican su tiempo a organizar la catequesis de los niños y niñas de la comunidad parroquial, que quienes semana tras semana abren la acogida de Cáritas y generan esa ayuda invisible que sostiene las necesidades del prójimo.

Ese número, 10.799, es un grito verdadero de profunda espiritualidad. Porque la dimensión espiritual de toda persona, o se encarna y transforma, o no es verdadera. Una espiritualidad que no salpique a los demás y genere un entorno mejor, es un mero movimiento de autoayuda que se parece más a un narcótico de consciencia que a un amor que transforma las sombras en luz.

Luego vendrán las valoraciones negativas de que, si los participantes se lo merecen o no, son culpables de su situación o no, deberían ser capaces de resolver su situación o no… Vendrá el juicio ajeno de quienes calentitos no entiende que mucha carencia material viene de la mano de la tremenda enfermedad mental que limita y debilita las opciones personales de desarrollo. En ocasiones ocurre como en la cama de un hospital cuando el diagnóstica es terminal. A pesar de ello, el personal sanitario sigue visitando la habitación, sonriendo y animando, porque cuando no se puede curar, al menos, debemos aliviar. Saber estar cuidando los finales irremediables. Como ensañaba Santa Teresa de Calcuta a sus hermanas, a saber, acompañar a morir a los hermanos.

En la memoria aparece ese número, esa cantidad. Y nos imaginamos la realidad concreta. Se ve un número, pero no los rostros y situaciones en las que ese número se construye unidad a unidad. No aparece las conversaciones, los desahogos, las lágrimas compartidas, o los dolores ocultos. Eso no se puede transportar a una memoria. Pero –como las meigas gallegas- haberlas las hay.

Los gestos lo son cuando el alma se encarna.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios