Proveniente del zoo de Nuremberg, Schorsch llegó al parque en 1994, y era hijo de Fritz, uno de los gorilas más viejos de Europa.
Debido a su avanzada edad, Schorsch había perdido agudeza visual, pero esto no le impidió seguir localizando su enriquecimiento ambiental gracias al tacto.
Desde el punto de vista del bienestar animal, es todo un hito que Schorsch haya alcanzado el medio siglo, pues la esperanza de vida media para esta especie en la naturaleza es de unos 37 años.
Además, el gorila de llanura occidental está críticamente amenazado y sus poblaciones se encuentran en declive debido, entre otras razones, a la caza furtiva y a enfermedades como el virus del ébola. Afortunadamente, la población gestionada de manera coordinada por los zoológicos europeos cuenta con un buen número de ejemplares, de los cuales las tres cuartas partes han nacido bajo cuidado humano. El grupo de solteros es una pieza clave en este programa de cría en cautividad europeo, ya que permite un mayor intercambio genético y ayuda a gestionar los grupos familiares en otros zoológicos.