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El «salta-parapetos» del inicio del curso

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 03 de septiembre de 2020, 05:00h

Siempre que se inicia un camino aparecen los fantasmas, las tentaciones, los temores. Es lógico, porque una cosa es lo que se propone y otra los resultados. Por el camino surge lo inesperado, las coyunturas y circunstancias insospechadas. La vida real tiene poco que ver con las exactas programaciones. Es la vida real. Lo otro es la teoría que, aunque es muy importante, siempre hemos de relativizarla ante la realidad.

Algo de esto nos está ocurriendo al iniciar el curso 2020/2021. Hay temores porque desconocemos cómo se va a comportar el contagio de este virus que nos acecha, porque no sabemos si las medidas preventivas van a ser suficientes. Los centros educativos tienen a sus equipos directivos, a su personal docente y no docente con temor a lo desconocido. Por desconocer se desconoce incluso cuándo comenzaremos. Temor docente, temor de los autónomos, temor de los trabajadores en ERTE, temores múltiples y variados. También estamos comenzando el curso en Cáritas diocesana de Tenerife. ¿Y qué les voy a decir? Los temores ante la situación social nos genera un cierto vértigo. ¿Seremos capaces de estar a la altura de la necesidad? ¿Acertaremos en la ayuda? ¿Podremos responder adecuadamente?

Pero al comienzo del camino el temor y la ilusión se combinan. Porque si el temor frena, la ilusión empuja y alienta, nos pone de pie y nos arrastra a la conquista de la meta. Tal vez el necesario realismo que todos precisamos se encuentra entre el temor y la ilusión. Ese lugar de equilibrio entre la prudencia y la valentía. Y ahí estamos todos, en esta batalla que se libra en nuestro interior entre el temor y la ilusión.

Dice el temor: es inútil luchar contra estos gigantes… ¿no te das cuenta que son molinos? Hasta el Titanic se hundió. ¿Cómo vas a salir a la superficie de la luna sin escafandra? No, no vas a poder. Mejor resérvate un poco para evitar el sufrimiento del seguro fracaso. Hasta que no haya una vacuna testada y accesible, mejor frena tu actividad. Por más que te cuides, siempre hay peligro. No te hagas muchas ilusiones.

Dice la ilusión: Siempre vale la pena ponerse en marcha, porque siempre surge algo bueno de toda dificultad. No lo podré todo, pero podré algo. No nos han pedido que garanticemos la cosecha, nos han pedido que sembremos la semilla en lo más hondo del surco. Hay una parte de la realidad que espera por ti, y sin tu prudente intervención, quedará inacabada la realidad.

En esta lucha, la pereza también hace acto de presencia. Y con ella sus adláteres, que conocemos bien por su uniforme de desgana, cansancio, frustración, desesperanza, dejadez y pasividad. Ese ejército que empuja en nuestra contra necesita que en el equipo de la ilusión intervengan la esperanza, la confianza, la creatividad, el ánimo, la espiritualidad y el amor. Y ahí sigue la lucha, intrincada entre bandas rivales que quieren dominar nuestra mirada.

Estamos en la lucha de un comienzo de curso 2020/2021 en el que sabemos que la crisis económica será seria, que muchas personas sufrirán de manera grave las consecuencias, que mucho de lo programado no se podrá lograr. Y esta lucha puede que no la venzamos del todo, pero como buen soldado de la ilusión, hemos de morir matando. Y perdonen este lenguaje belicoso, pero es lo más parecido a lo que ocurre en nuestro interior al comenzar el camino.

A mi abuelo le daban un trago de “salta-parepetos” -así nos decía- antes de la batalla. Para esta otra guerra interior mi saltaparapetos es la fe en el sueño de Dios.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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