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El sacacorchos

Por Julio Fajardo Sánchez
domingo 26 de noviembre de 2023, 16:00h

“La amnistía nos va a mejorar el escudo social con leyes progresistas”, ha dicho María Jesús Montero. Gracias a la amnistía viviremos mejor y seremos mejores. La amnistía es como una pareja que se casa de penalti; el a lo hecho pecho de toda la vida, ha afirmado Óscar Puente. Es como decir que bailas con miss Universo cuando te toca hacerlo con la más fea. Los argumentos para justificar que algo, que se hace exclusivamente por siete votos, se debe a procurar el beneficio de todos los españoles, son para tontos.

Esto es lo peor de lo que estamos viviendo, que más de medio país pase por tragarse razones infumables. Entendería que van dirigidas a las militancias, sometidas a la disciplina, pero es que además invaden las informaciones que llegan a personas que todavía conservan algo de sentido común. Los jueces se han manifestado contra esa amnistía que es la panacea para todos los males que nos aquejan, el bálsamo de fierabrás que todo lo remedia. ¿Esto significa que los jueces se han declarado en rebeldía? Yo creo que no, porque una parte de ellos ampararán las medidas del Gobierno, retorciendo sus interpretaciones y sumándose al donde dije digo, digo diego.

Todas estas anormalidades son consecuencia de la polarización política y de la ruptura tácita de la Transición, iniciada desde hace ya algunos años. A pesar de ello se asegura que estamos en el camino de recuperar la normalidad. ¿Cómo es posible que la normalidad se alcance por medio de un abuso de irregularidades? ¿Cuál es el horizonte al que se pretende llegar? El mensaje lo reduce a que desembarcaremos en un paraíso de felicidad y de progreso.

La historia dice que estas promesas han terminado siendo catastróficas, que han conducido a infiernos de los que es difícil salir. El mundo se acaba porque hay una mitad de él empeñada en destruirlo. Todo se polariza, como siempre, en una división entre buenos y malos. Pero esta división es falsa y solo interesa plantearla a los que creen que van a obtener algún rédito por ello.

Anoche vi a Revilla en la tele. Dice que la mayoría de la gente es buena y no está interesada en estas luchas. Yo también lo creo, y me declaro más independiente que él. Revilla habló de la amnistía, y, para compensar, también lo hizo de Aznar y de las armas de destrucción masiva de Busch. Son dos fraudes equiparables. La conclusión es que las personas están hartas de fraudes, vengan de donde vengan, y solo persiguen la paz y la tranquilidad. Dijo también que Pedro, así llama al presidente, debió convocar elecciones y no meternos a todos en este callejón sin salida. Hace poco escribí que si lo hubiera hecho desoyendo el chantaje de Puigdemont, las habría ganado, pero en esta ocasión pudo más el pájaro en mano que otra cosa. Ahora acabará pagándolo, o pagándolo todos los españoles, que también puede ser.

Ya no hay marcha atrás, y solo queda el detergente para lavar las culpas. Por eso salen a decir sandeces la ministra Montero y el recién estrenado Puente. No me atrevo a decir qué va a ocurrir. Nada bueno. Cuando el sacacorchos entra mal, la salida provoca graves destrozos en el tapón.

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