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El poder de las imágenes

Por Juan Pedro Rivero González
jueves 16 de marzo de 2023, 06:00h

En los escritos del Israel del Antiguo Testamento se encuentran numerosas recomendaciones de evitar -incluso bajo la fórmula de la prohibición- hacer imágenes de la divinidad. Porque cualquier imagen que se pueda hacer de Dios sería un insulto a su condición de absoluto infinito. No cabe dentro de un trozo de materia lo que es inmaterial y espiritual. Incluso Jesús nos dijo que “A Dios nadie lo ha visto jamás”. ¿Cómo podemos hacer una imagen de lo invisible? La tradición cristiana oriental tuvo la tentación iconoclasta en un período de la historia movida por esta misma certeza. No es posible recoger en una imagen lo que Dios es y lo que Dios supone.

¿Y qué pasa con la Semana Santa que visibiliza en las calles tantas imágenes procesionales? ¿Será acaso una desobediencia a los mandatos divinos de evitar toda imagen de la divinidad? Si a las calles salieran imágenes del misterio divino, tal vez; pero lo que vemos en la Semana Santa son imágenes de un acontecimiento histórico que sucedió en Jerusalén hace dos mil años. Jesús es un profeta para el islam; es un rabino para el judaísmo; pero es el Hijo de Dios para los cristianos. El extraordinario misterio de la Encarnación nos hace aceptar que, en aquel hombre, nacido en Belén, hijo de María, está el Verbo eterno de Dios. Jesús es lo visible del Dios invisible. O sea, Dios se ha hecho visible en él. Las imágenes recogen lo visible de Dios, porque así lo ha querido Él.

Vemos un hombre aclamado y recibido en una ciudad como el hijo del rey David; vemos a un hombre a quien traicionan sus amigos entregándolo a las autoridades que buscaban eliminar sus planteamientos religiosos y sociales; vemos a un hombre traicionado, y al que niegan al eco del canto de un gallo; vemos a un hombre que sabe su destino y se despide de sus amigos en una cena de fraternidad pascual; a un hombre solo, flagelado, crucificado según la forma romana de ajusticiar a los esclavos, muerto y sepultado. Vemos un rosario de imágenes de hechos históricos. Por eso hacemos imágenes, porque fueron visibles, y de ellas hubo testigos que dejaron eco en las fuentes de la historia que ha llegado hasta nosotros.

La tradición oriental solo hace imágenes de María, de Jesús y de los ángeles. Todo lo demás queda fuera del alcance de los ojos. Todo lo demás lo conocemos por lo que Jesús nos dijo. Los que aceptamos ese testimonio somos cristianos, quienes no lo aceptan, judíos, musulmanes o indiferentes al hecho religioso.

Esta Semana Santa, por muchas de nuestras calles saldrán imágenes de un hecho histórico. Lo que vemos, con los matices del arte y de la creatividad, ocurrió. Su significado y su valor dependerá de nuestro nivel de aceptación de la buena noticia que predicaron sus discípulos y que ha llegado hasta nosotros. Por eso, aunque no se sea cristiano, podemos ver imágenes de un hecho histórico que ha configurado la historia del mundo ofreciendo perspectivas nuevas a la comprensión de lo humano, de lo social y de los fundamentos éticos de la convivencia. Una propuesta de sentido y de salvación escatológica.

Hacemos imágenes solo de lo que puede ser representado materialmente, porque acaeció materialmente en un rincón del mundo y en un tiempo concreto. Y si estiramos la historia podríamos añadir que sigue ocurriendo, lamentablemente, en otros tantos rincones de este mundo y en nuestro mismo tiempo presente. Y siguen siendo imágenes.

Juan Pedro Rivero González

Delegado de Cáritas diocesana de Tenerife

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