Alguien podría decir que todo se ha sacado de quicio con lo ocurrido en un campo de fútbol de Valencia el pasado 21 de mayo. Muchos son los que tildarían de una salida de tono de muchos aficionados del club che. Otros tantos, asegurarían que el jugador del Real Madrid, está desnortado desde hace tiempo. Posiblemente cada uno de los integrantes de estos grupos tendría “su” razón. Pero en lo que no se alcanza un acuerdo, es en hablar de la raza negra como si de un color a denostar o respetar, se tratara. Terminada la liga, reflexionemos.
Para empezar, ¿Es el negro un color? He estado leyendo algo sobre el tema y parece que lo que entendemos como tal, no es otra cosa que la suma de varios pigmentos. Concretamente, del magenta -color cercano al fucsia y una transición del rosa al púrpura, pasando por el rojo-; el cian -una mezcla intermedia entre el azul celeste y el turquesa claro-, y el amarillo. La unión de todos ellos, daría como resultado el negruzco color. El blanco tampoco sería un color, pues por definición se acerca más a lo neutral que a una participación activa en la paleta de colores. ¿Entonces? Ya no se tiene dos colores contrapuestos, sino de puras clasificaciones por mentes “raritas”.
Siempre tenía dudas sobre el tema del color negro, hasta que mantuve una pequeña conversación con un queridísimo amigo del sur de Tenerife de nombre Emmanuel Di Manú di Panda, conocido como Manolo. Esta gran persona de Camerún, nos prestaba sus servicios de músico en un complejo turístico en el que trabajé durante una buena parte de mi vida laboral. Un día, tomábamos café, y salió el temita del racismo y yo le pregunté sobre su sentir cuando alguien se metía con la “gente de color”. Él me preguntó que de qué color hablaba y me hizo trastabillar un poco a la hora de contestarle. Cuando me recuperé, le dije que me refería a su raza. Me volvió a preguntar que de qué color era la gente de su raza. Y, de mi boca salió un tímido negro. – Pues eso. Somos negros, me dijo sin pestañear. Ahí entendí que nadie tiene que esconderse en las oquedades del lenguaje para referirse a un tema concreto. La distancia más corta, siempre ha sido la línea recta y en esa conversación, lo suyo hubiera sido preguntarle que sentía cuando le llamaban negro. Su respuesta era sencilla: lo mismo que podría sentir yo, si me llaman blanco. Ningún sentimiento cabría, salvo que dicha forma de dirigirse a mí, viniera acompañada de adjetivos malsonantes y despreciativos. Ahí podría entrar el racismo. Y, yo al trapo.
¿Es España racista? ¿El País entero? No tengo los datos de las respuestas extraídas a las preguntas realizadas a cada miembro de la comunidad española, pero creo poder asegurar que la cosa va por barrios, y dependerá de las vivencias y educación de cada cual. Por ejemplo, a Canarias, llegan migrantes de infinidad de países y solemos ser más condescendientes con la gente de raza negra que con los que provienen de la zona del norte de África. Es más, creo haber leído que en los centros de refugiados, hay una especie de guetos donde han sido arrinconados quienes vienen de Senegal, Guinea, Malabo, etcétera, por quienes proceden de Marruecos. Si eso fuera así -que no lo sé con seguridad-, ¿podríamos afirmar que existe racismo entre el mundo migrante también? Puede ser. La realidad nos acerca bastante a ese posicionamiento. Pero aunque eso sucediera, no se debería afirmar que España, por ocurrir dicha actitud en suelo patrio, es racista. Lo son quienes manifiestan ese sentimiento de rechazo hacia quienes no son “sus iguales”.
¿Es Estados Unidos un País racista? Vemos infinidad de manifestaciones que así nos podrían hacer pensarlo, pero cuando rascamos un poco la realidad, podemos observar que quienes visten o vestían de blanco sólo es un grupúsculo, quienes apalean a algún detenido por ser de raza negra, solo son algunos. En la mayoría de situaciones, la convivencia parece que se muestra más llevadera. Y, si existe alguna discrepancia, lo será por un hecho, no por el color de la piel de quienes se puedan ver involucrados. En un País “crisol de nacionalidades” como lo es EEUU, no debería caber, hablar de racismo generalizado, salvo en situaciones puntuales. España, también es una unión de distintas razas.
La vida nos va dando la oportunidad de conocer la realidad de las cosas, y en mi caso, he tenido la santa suerte de mantener una amistad, ahora ya familia, con una mujer nacida en Martinica. Ella y toda su familia, son de raza negra -concretamente un mestizaje entre naturales de las islas caribeñas y la India-. Así tienen un color de piel, predominantemente, oscuro. Y sus hijos -mi ahijado es el primogénito- son de un envidiable color caribeño. Cuando hablo con mis compadres, de mi ahijado, siempre comentamos su carácter, sus diabluras de chiquillo, su enorme potencial como deportista, su seriedad y responsabilidad de joven trabajador, su capacidad para pensar en crecer como ser humano y como colaborador con la sociedad que le rodea. Y cuando hablamos de su hermana, lo hacemos viendo su esfuerzo en buscar el logro de sus metas dentro del mundo audiovisual como guionista. Jamás, se nos ha distraído la mente en comentar sobre el color de su piel. Ellos tampoco me han comentado que hayan tenido problema alguno por ese motivo. Y, viven en España. Viven en Canarias. Son canarios como lo son mis propios hijos, de los que hablamos valorando los mismos aspectos. No hay hueco para el racismo. Me contaba mi compadre, que es de raza blanca, que en uno de sus viajes a Martinica y de forma muy puntual, sintió que un grupo de personas de allá le perseguían -solo le pasó una vez- con intenciones de aparente inquietud. Pero yo he tenido la oportunidad de conocer a la familia de mi comadre y siendo ellos de raza negra y yo no, en nuestras conversaciones se habló de todo, menos de colores. Se trataron aspectos coincidentes al ser La Martinica y Canarias miembros de la RUP, se habló de comida, del ron -la caña también se trabajó por aquellos lares- y de muchas cosas más que nada tienen que ver con temas raciales. La excelente sintonía no dejaba hueco para tonterías y mucho menos para andar mesturando colores. ¡Ni que fuéramos a pintar un cuadro!
Hemos sido testigos de cómo las cosas se han sacado de madre con una velocidad más grande que el ruido que se ha hecho. Primeras cadenas sacando el lamentable hecho sucedido en el entorno de un partido de fútbol. Presidentes de gobiernos dejando claro su malestar con España. Comentaristas de primer, de segundo y hasta de tercer orden, aprovechando el tirón para hacerse notar. Se han dado clases magistrales sobre el sentir patriótico de todo un pueblo. Los partidos políticos han aprovechado que estaban en campaña, para dejar claro que el racismo estaba en la otra casa y no en la propia.
Pero, ¿hablábamos de racismo, o de un rifirrafe entre deportistas? Lamentablemente lo que empezó siendo un forcejeo de futbolístico trascendió, de la mano de “mala gente”, al campo de lo social. De tal índole ha sido el desastre ocasionado, que me cuestiono de qué color será un energúmeno por dentro. Al leer de dónde sale el color negro, pudiera ser que, sin saberlo, unos negros, hayan insultado a un negro, siendo todos negros. ¡Me descompongo!