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Día del padre sin el padre

Por Agustín Buades
domingo 22 de marzo de 2015, 14:04h
Que vaya por adelantado mi más cordial felicitación a todos los padres en su día, el pasado jueves 19, que deberían ser todos los días, ya que la ausencia del padre es una de las principales causas del retroceso en el bienestar de los niños y también es un factor crucial para comprender la crisis actual de la familia.

La figura del padre es necesaria para el desarrollo psicológico equilibrado de los hijos. El padre es el que media entre el niño y la realidad; hace que el hijo tome iniciativas, ya que ocupa una posición de tercero, de compañero de la madre, y no de madre-dos. Gracias a la figura del padre, el bebé aprende a diferenciarse de la madre y a adquirir autonomía psíquica. El niño descubre que él no hace la ley, sino que existe una ley fuera de él.

Gracias a la relación con el padre, el niño y la niña adquieren también su identidad sexual. La diferencia de sexos encarnada por el padre realiza un papel de revelación y de confirmación de la identidad sexuada. Tanto la chica como el chico tienen en efecto tendencia, al comienzo, a identificarse con el sexo de la madre, y es el padre, en la medida en que es reconocido por ella, el que va a permitir al hijo situarse sexualmente.

Preguntémonos, ¿por qué se ha impuesto en nuestra sociedad esta idea de la ausencia del padre? Hoy se divulga la figura del padre indigno o incompetente, avalada por la legislación y estereotipada por los medios de comunicación. Así, en una gran mayoría de series televisivas, es presentado como incapaz de educar, de ocuparse de sus hijos en la adolescencia, menos aún de vivir correctamente las exigencias necesarias a la vida en sociedad, incluso de reprender cuando es necesario.

La ausencia del padre se explica por la confusión que hay hoy en día entre procreación y maternidad. Una parte de la sociedad ha afirmado con facilidad la idea de que, al no concernir la procreación y la maternidad más que a la mujer, ésta puede educar a un hijo sin padre.

Los países occidentales están contribuyendo a reforzar esta idea del padre excluido de la procreación. Lo más grave del asunto es que la exclusión del padre penaliza también a los hijos.

La ausencia del padre tiene efectos muy negativos en el desarrollo de los hijos. Según los últimos estudios en Estados Unidos un niño tiene seis veces más riesgo de crecer en la pobreza y dos veces más de abandonar la escuela si ha sido educado por una madre sola que si pertenece a una familia constituida por dos padres, capaces de ofrecerle puntos de referencia.

¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?, el problema de la ausencia del padre está muy aparejado a otro problema más general: el de la desmembración de la familia constituida por un padre y una madre con hijos. Según el francés Tony Anatrella, experto en psiquiatría social, “La familia se rompe, en efecto, sobre todo bajo la presión de la pareja actual en la que los individuos, en cuanto tales, no buscan más que su beneficio a través del otro. Se rompe también porque, muy a menudo, omite su papel educativo”.

Para revalorizar la figura del padre, hay que recuperar el sentido de la familia. Se trata de redescubrir qué significa la experiencia del parentesco y la diferencia de generaciones. Ha de afirmarse que padre y madre son necesarios, que ninguno es más que el otro, que ninguno de ellos es sustituible o canjeable por el otro. Pero a pesar de todo feliz día del padre, sobre todo a los que ejercen y padecen en ello, lo mejor que les puede suceder en esta vida.
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