El Banco Mundial, la Unión de Bancos Suizos, Morgan Stanley, y ciudades como Nueva York, París y Oslo han tomado decisiones encaminadas, de un modo u otro, a frenar el uso de las fuentes fósiles, sea fuel o gas, una tendencia mundial que crece mientras en Canarias, con todas las condiciones para ser puntera en el planeta en el salto a las renovables, aún tiene defensores de la introducción del gas, un elemento que tuvo su momento hace treinta años pero que ahora lejos de ser de transición es de paralización de la penetración de las energías limpias.
Antonio Morales relacionó una veintena de entidades, ciudades y personalidades internacionales que han realizado pronunciamientos contundentes en contra de las fuentes fósiles que atrapó la atención del público del I Congreso de Energía Eólica de Canarias, que inauguró junto al presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, y el alcalde de la capital grancanaria, Augusto Hidalgo, y en el que José Blanco, eurodiputado y ponente de la Directiva Europea de Energías Renovables, afirmó que ningún interés puede estar por encima del objetivo de proporcionar el máximo fomento posible a las renovables.
Y no solo por una cuestión medioambiental, sino económica, ya que la sensibilidad medioambiental y el desarrollo económico no solo no son incompatibles, sino al contrario, advirtió Blanco, ya que “se puede comprobar en los últimos años un desacople entre el crecimiento económico y las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Así, el Banco Mundial anunció en la Cumbre del Clima en París que dejará de financiar la extracción de petróleo y gas después de 2019, sus responsables, prosiguió Morales, afirmaron que querían lanzar un mensaje contundente a las instituciones que siguen subvencionando combustibles que producen de gases contaminantes “mientras proclaman, al tiempo, la necesidad de implantar las renovables y combatir el cambio climático”.
La Unión de Bancos Suizos asegura en un informe que la época de las grandes centrales de generación ha llegado a su fin, anima a sus clientes a “unirse a la revolución de las renovables” y habla de generar energía en los hogares y en las empresas, a lo que se suma un informe de la entidad financiera estadounidense Morgan Stanley que asegura que las renovables se van a convertir en 2020 en las energías más baratas del mundo.
Seb Henbest, autor principal del informe Bloomberg New Energy Finance, ha declarado que duda que el gas pueda jugar el papel de energía de transición porque “las energías eólica y solar se están volviendo demasiado baratas demasiado rápido”.
La energética italiana Enel prevé cerrar sus instalaciones termoeléctricas antes de 2035, una decisión que responde a motivos ambientales pero también económicos porque, según afirmó su director, Francesco Starace, “está empezando a ser más conveniente construir nuevas instalaciones que utilicen energías renovables que mantener en activo plantas termoeléctricas cuya inversión ya ha sido amortizada".
“Es más o menos –prosiguió Morales-, lo que ha escrito el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, en un artículo El País”, donde bajo el título de “Acelerar la transición energética” dice literalmente que “hay que ir hacia un modelo sostenible que sustituya la producción con fuentes contaminantes por energías limpias” y que es la “la hora de la acción como afirmaba el presidente del Banco Mundial”.
Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, “que no es sospechosa de ser ecologista precisamente, como ninguno de que los que he citado anteriormente”, puntualizó Morales, ha declarado además que hay que aplicar “gravámenes similares al carbón, al gas natural y a otros productos derivados del petróleo”.
Un reciente informe del Tribunal de Cuentas Europeo sobre la seguridad del suministro establece que "la Comisión ha sobreestimado persistentemente la demanda de gas, y necesita restaurar la credibilidad de las previsiones que realiza”.
La Agencia Europea del Medio Ambiente ha llamado a la reflexión sobre la continuidad de la subvenciones a los combustibles fósiles y a las tecnologías de fuel y gas que pueden ralentizar la transición a fuentes de energías limpias y boquear las opciones y los recursos energéticos durante décadas, dificultando la adopción de soluciones nuevas.
Morales advirtió que podía seguir citando ejemplos de cómo el sistema financiero mundial ha entendido “perfectamente la demanda de la sociedad”, pero optó por hacer referencia también a los informes científicos, como el del prestigioso Tyndall Center For Climate Research inglés y la Universidad de Teesside, que sostienen que Europa necesita abandonar urgentemente el uso del gas para reducir emisiones y no superar las emisiones que llevarán a subir la temperatura dos grados.
Coincide con las acciones emprendidas con el Ayuntamiento de Ámsterdam, que ha publicado un plan para deshacerse del gas ciudad, la cocina de gas y la calefacción central, y Noruega dejará de utilizar gas para calefacción en sus ciudades en 2020 y dejará de emitir 340.000 toneladas anuales de gases de efecto invernadero.
Nueva York dejará de invertir en fósiles, una corriente mundial en la que también participan Washington, Berlín, Melbourne, San Francisco, Ciudad del Cabo, Oslo o París… También Bill Gates o la Fundación Rockefeller.
Sin embargo, “por aquí nos encanta remar contracorriente. Predicar una cosa y hacer otra, como señaló el Banco Mundial. Y se insiste en introducir el gas natural licuado y las regasificadoras a cualquier precio. Y el aire propanado como paso previo para establecer una infraestructura gasística”.
“Y eso a pesar de que a mediados de mayo pasado, la Comisión Europea y 14 países miembros de la Unión Europea firmaron en Malta una declaración oficial de apoyo a las energías renovables en las 2.700 islas de la comunidad europea”, apostilló Morales.
El manifiesto “Energía Limpia para las Islas” hace especial hincapié en su singular situación geográfica, idónea para soluciones innovadoras y atractivas para la producción de energía endógena y respetuosa con el medio, con las mejores condiciones para ser arquitectas de su propia transición energética.
Pero “en esa línea a contracorriente, dando pasos hacia atrás, aparece un proyecto para las islas de introducción del gas ciudad. Abrir calles, aceras y edificios para que volvamos a las cocinillas de gas y al peligro con un crédito del Banco Europeo de Inversiones de 125 millones de euros, sin ningún estudio de mercado, sin clientes que lo demanden. En España el 79 por ciento de la población vive en municipios con gas natural, pero curiosamente solo el 30 por ciento tiene contratado el gas”.
“Ese no es el camino para Gran Canaria y disponemos de un Plan Energético Insular como guía, las alternativas están en la eficiencia, el ahorro, la generación distribuida, el autoconsumo –considerado ya por Europa como un derecho de la ciudadanía sin tasas como el impuesto al sol-, en centráles como la de Chira-Soria y plantas solares”, entre otras.
Como ejemplo para el cierre de su intervención, además de referirse a la geotermia o a la aerotermia, todo fuentes disponibles en Gran Canaria, el presidente se refirió a la contundente conclusión de la profesora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y asesora de la Comisión Europea Julieta Schallenberg, quien acaba de publicar un estudio en el que señala que Canarias podría cubrir 22 veces su demanda con energía eólica marina usando el 12 por ciento de sus aguas territoriales y con un coste un 23 más barato.