Hemos oído su nombre y reconocemos, sin mucha dificultad, que se trata de una moneda de plata del Imperio Romano, acuñada entre los siglos II antes y III después de Cristo. Su valor estaba en el peso en plata de poseía. Una moneda que valía en sí misma. Así pasaba con el Áureo -en oro-, y otras medidas de valor diferente.
Ayer me enteré que también existe Denaria. Y que se trata de una plataforma ciudadana que pretende garantizar el derecho de los consumidores a poder utilizar el dinero en efectivo. Promueve el cumplimiento de la ley al respecto y señala los valores que el uso del efectivo tiene respecto a la exclusión financiera de algunas personas en la sociedad. Es un derecho universal que se debe garantizar.
No sé si esto tendrá algún límite, no sé si llegaremos a tal situación que desaparezca el efectivo y solo tendremos la posibilidad de cobros y pagos a través de medios digitales. No sé cuál será el futuro del dinero en efectivo. Pero sí que preveo que serán las entidades financieras y los bancos los que, a base de comisiones, tendrán un gran negocio. Los comercios pagarán el porcentaje correspondiente por el uso del TPV, y los compradores su porcentaje de comisiones anuales o semestrales por contar con una tarjeta de debido, crédito o por el mero hecho de tener una cuenta corriente abierta en esa entidad. Se ha incorporado al escenario, entre quien oferta y quien demanda, las comisiones bancarias.
Los servicios los tenemos que pagar, es lógico. Pero, ¿nos obligarán a renunciar al pago en efectivo? ¿Qué pasará con aquellas personas que, por alguna circunstancia, no tienen acceso a un medio digital de pago? ¿Será la sociedad más justa entonces? ¿Se evitarán los fraudes y la corrupción? Porque la Policía nos está previniendo permanentemente sobre los peligros que existen, y de los que ya estamos siendo víctimas, de fraudes en la economía digital.
De hecho, aunque el Parlamente europeo ha señalado el derecho al pago en efectivo, las leyes más cercanas nos hay ido reduciendo la posibilidad, limitándolo a mil euros. Para evitar los fraudes, indican. Los bancos cada vez ponen mayores dificultades a la hora de sacar dinero en efectivo. Es como si por un lado fueran los derechos de los ciudadanos de Europa y, por otro, su limitación en las distancias cortas. Así están siendo las cosas.
Entiendo que la diversificación de posibilidades contribuye a que la libertad esté más presente. Y si tenemos claro que en el desarrollo del mercado la persona debe estar en el centro del sistema, reducir las transacciones a algoritmos puede colocar en el centro otros intereses. Es una mera sospecha. Es una preocupación teórica, por ahora.
A todas estas, un compañero me ha hecho partícipe de una reciente afición. Ha descubierto la riqueza artística y simbólica que encierran las caras de las monedas de dos euros. No me imaginaba este hecho. Podríamos estudiar, sin ningún problema, Ciencias Sociales, introduciendo como innovación educativa la cara y la cruz de las monedad de dos euros. Me ha impresionado.
No sé si pronto tendrá que regresar a las fuentes del Imperio romano para rescatar alguna moneda, porque, tampoco lo sé, la fecha de caducidad del dinero en efectivo es una incertidumbre.