www.canariasdiario.com

De la peste al ébola

domingo 25 de enero de 2015, 00:57h
El día 20 de enero de 1523, la entrada casual del barco que portaba el brazo incorrupto de San Sebastián en la bahía de Palma, proveniente de Rodas, acabó con la epidemia de peste que asolaba la ciudad desde hacía un año. La autoridad civil, el Gran y General Consejo, lo proclamó Patrono de Palma. El próximo domingo día 1 de febrero, se celebra en Son Servera el final de un brote que diezmo la población de Artá, Sant Llorenç y Son Servera en 1820.

Si profundizamos en las interesantes raíces de la historia de la religión, de los pueblos y de la medicina, descubrimos como desde el siglo VII, ciudades como Roma, Milán o Lisboa atribuyen al mismo santo el control de las epidemias que amenazaban con retirarlas del mapa.

La práctica totalidad de los contagios de la peste se producía por la picadura de pulgas procedentes de roedores. El contagio entre personas, por medio de pulgas era y es muy infrecuente y se describe de forma excepcional precisamente en velatorios de personas apestadas. Más raros son los contagios por mordedura o arañazos de gatos, por ingestión de animales muertos, por la manipulación de cadáveres de animales o por inhalación de bacterias a partir de la forma neumónica humana.

Así se escribe la historia de la civilización. Durante muchos siglos, se ha luchado contra el hambre, las enfermedades cuarentenables y las guerras, para la supervivencia. En pleno siglo XXI, el hambre, las enfermedades transmisibles y las guerras continúan haciendo estragos en la población.

El conocimiento y la revolución tecnológica han cambiado de forma radical los sistemas de producción y la forma de afrontar las enfermedades. Se ha erradicado la viruela, se trata el cólera, la fiebre amarilla se previene con la vacunación y a medida que se van conociendo nuevas enfermedades se les da respuesta con rapidez. La epidemia del SIDA, la hepatitis C,… la epidemia del ébola, enfermedad que se conoce desde 1975 y de la que se han identificado, con el actual, 28 brotes, ha producido la muerte acreditada de unas diez mil personas, nueve de cada diez, en el último año.

Asombra, que hasta la segunda mitad del siglo XIX, con Luis Pasteur no se demostró que las enfermedades infecciosas tienen su origen en un ser vivo, microscópico, que se propaga entre las personas. Hasta las demostraciones del sabio francés se creía que las enfermedades infecciosas respondían a un desequilibrio de humores. Su teoría fue controvertida e impopular. Resultaba ridículo pensar que algo tan insignificante, invisible, pudiese ocasionar la muerte de seres mucho más fuertes.

El devenir de los acontecimientos muestra una alta probabilidad de que a lo largo del año 2015, dispondremos de una vacuna para frenar la progresión de la epidemia del ébola y de medicamentos antiretrovirales para tratar a los afectados.

El cambio de velocidad es cósmico. Ante la mayoría de enfermedades infecciosas, paludismo, tuberculosis, cólera.., la diferencia entre la curación y la muerte, en general, ya no es por déficit de conocimiento, ni de medios, sino simple, llana y dramáticamente, de falta de dinero, de mala distribución del dinero.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios