En la hermosa función de educar, todo ser humano puede enseñar a otro lo que sabe, todos podemos ser útiles, enseñando a otros , lo que sabemos hacer, como podamos y en el ámbito que elijamos, desde la educación pre-escolar hasta especialidades profesionales o de distintas enseñanzas ocupacionales. Es justo, que el que recibe un nivel de enseñanza superior, deba retribuir enseñando lo elemental a quién aún no la recibió.
El trabajo educacional implica una gran responsabilidad social. El que acepta la tarea de enseñar y no la desempeña bien, causa un grave daño a la sociedad, así también, el que puede hacerlo y no lo hace, indirectamente ocasiona el mismo perjuicio.
La educación es generacional, los abuelos enseñaron a los padres y estos a sus hijos, lo mayores a los menores y cada nueva generación se educa y se adapta de acuerdo a los cambios, experiencias y enseñanzas de las anteriores. Por lo tanto, el que despertó primero, tiene la obligación de despertar a los que todavía están dormidos.