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Cuando la “indignación” debería callarse

Por Daniel Molini Dezotti
domingo 06 de agosto de 2023, 06:00h

Escucho un alegato emitido por una radio de Santa Fe, República Argentina, ciudad que conocí de niño cuando mis padres me llevaron para que fuese testigo de una obra de ingeniería grandiosa. Se trataba de los inicios de la construcción del túnel subfluvial, que le haría caricias al fondo del río Paraná para que la gente pudiese conectarse con la ciudad homónima situada enfrente, sin necesidad de flotar como camalotes y más rápidos, cuando se consideraba que la velocidad era un valor importante.

No estuvimos muchos días en la capital de la provincia, pero me entusiasmé con sus puentes, riveras, gentes y de un plato que probé por primera vez, canelones a la “Rossini”, servidos en un restaurante de nombre “Carlucci”. Nunca se olvidan los sabores de los descubrimientos, quizás no tuviera aquel comedor muchas estrellas, pero me mostró el firmamento.

Fue un amigo que reside en aquella misma ciudad quien me mandó la grabación, proveniente de una emisión de LT9, la estación local. El recuadrito que anunciaba la llegada del mensaje advertía que había sido reenviado muchas veces, y que su duración era de tres minutos.

Cuando la persona terminó de exponer lo que quería, me quedé mudo, sin saber que decir, con el corazón acelerado.

Pero sólo me duró un rato, porque en la cabeza bullían pasiones, sentimientos, rabias, preguntas, que no era capaz de ordenar, hasta que decidí escribir una carta a los lectores del diario “El Litoral”, al defensor del oyente de LT9, si lo tuviere, y a la señora que terminaba de taladrarme el alma, porque era una señora quien hablaba con convicción y energía, segura de lo que expresaba, sin miedos de lastimar sensibilidades, sin complejos, transformando una opinión en delito, por ser incapaz de pasar por el cedazo de su propia conciencia las consecuencias de sus decires.

Mientras pensaba en lo que escribiría la imaginé, asignándole una edad parecida a la mía, con experiencias parecidas, con algunos logros, ciertas derrotas, con querencias por la familia, los niños, si acaso los nietos, con vivencias gloriosas, con momentos de dolor, risas, lágrimas, afectos, consuelos.

La imaginé riendo con vecinos en la cola del supermercado, reclamando participación a su compañero en las tareas domésticas, ayudando a una anciana a cruzar la acera, dándole una moneda al señor con la pierna enferma en la puerta de la iglesia, pasar con el semáforo en rojo y pedir perdón, comentar que es una lástima que ya no se puedan comer canelones a la Rossini en el “Carlucci”, festejar los goles de Colón de Santa Fe, bailar, decir que también festeja los de Unión cuando juega fuera, compartiendo sal y harina con los vecinos, donar ropa que todavía está buena a Caritas, pagar impuestos, algunos, evadir otros, festejar, abuchear, apagar velitas de cumpleaños, regalar y recibir presentes en Reyes, compartir asados, vivir, vivir, vivir en comunidad.

Cuando consideré que la composición imaginaria estaba casi completa la figura se empañó con una especie de nube oscura, que parecía arrastrar incógnitas tenebrosas: ¿qué le pasó a esa mujer?, ¿lo que asegura se lo enseñaron o lo aprendió solita por su cuenta,?, ¿alguien la adoctrinó?, lo que siente, ¿lo siente de verdad o está disimulando?, ¿cuándo empezó a defenderlo de forma airada?, después de haberlo hecho ¿se sintió mejor o quizás padeció algún remordimiento?, ¿volvería a repetirlo en las mismas condiciones?

En los Estados Unidos muchos millones de personas que piensan parecido reforzaron sus convicciones cuando un enajenado se convirtió en presidente. Nada sale gratis en nuestro mundo, lo que se dice, se sostiene, genera repercusiones, contagios, consecuencias, ¿lo pensó?

No tengo la respuesta, sí más preguntas: ¿qué impulsa a un ser humano tratar a otro ser humano como si no lo fuera?, ¿cómo se desactiva eso?, ¿cómo se evita que gente de bien tenga que oírlo, sufrir por ello y que gente de mal se envalentone porque se consideran multitud?

Cuando pienso que una persona de mi edad, es capaz de arengar inconveniencias como si fueran hallazgos, me explotan todas las preocupaciones.

Cuando alguien sostiene barbaridades tiene mucha culpa, pero tanto o más la tiene el medio que las propala, la prensa tiene la obligación de defender la libertad, también de preservar la paz social, en el equilibrio está la virtud.

Transcribo el exabrupto: ““Recién vengo de buscar el auto pero antes hice una caminata de unos cuarenta minutos, más o menos, por el tema de mi respiración. ¡Vengo indignada! En la feria que hay al lado de lo que era el Molino Lupotti, sobre calle Pedro Vittori, donde termina Rivadavia, la “negrada”, la “negrada”,¡invadieron Boulevard!.

Me metí en la feria a ver que “mierda” venden, claro, venden ropa usada, cositas baratas que pueden comprar, accesible a los bolsillos de los “morochos” y la música, “reguetón”, ¡dale!, ¡dale! Entonces, eso es un polo de atracción para la “negrada”, es como un hormiguero. No quiero pecar de discriminatoria, ni de racista, pero esa gente no está preparada para estar en Boulevard. ¡No sabés la mugre, papeles, vasitos, bolsitas, faltaban que cagaran ahí! Entonces yo le pediría al intendente, éste o al futuro, que por favor organicen esa feria para esa gente, pero siempre de Aristóbulo del Valle para allá, para el norte, si es posible donde está la granja “La Esmeralda”, que es el lugar de ellos, no Boulevard. Entonces, evitaremos robos, mugre, invasión, falta de educación. Esa gente no está preparada para la placita Puyrredón, después a la noche “campanean” todo, roban. Bueno ¡ya me descargué! Pero realmente qué poco criteriosos los administrativos de los municipios y de los gobiernos, ¡no traigas la negrada que no está preparada para acá dentro!, dejala allá, allá, y metele chamamé, choripan y metele bombo y tehuelche y eso es lo que le gusta, y mucho tetra, ¡mucho tetrabrick! Allí van a estar felices pero no los traigas acá. Ay... bueno, me descargué. No sabes el odio que me dio, ¡vos vieras la mugre que hay en este momento...!”

Los oyentes no pueden decir cualquier cosa, los obtusos de LT9 radio no deberían permitirlo sabiendo que son delictivas. ¡No entienden lo que es la libertad de prensa!

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