Como si de una apasionante partida de envite se tratase, Pablo Iglesias le ha tirado un órdago de campeonato al Partido Socialista y a Pedro Sánchez de manera muy directa. Después del ya celebérrimo "mandas muy poco en tu partido" y otras tantas alusiones directas a su falta de liderazgo para la acicalada regeneración socialista, el astuto líder de Podemos ha esperado a reunirse con el Rey -nada de lo que hace Iglesias es improvisado- para informar a los ciudadanos de sus planes, a saber, ocupar la vicepresidencia del Gobierno en un ejecutivo coral junto a IU con reparto proporcional de las carteras ministeriales.
Sí, al pueblo antes que a Sánchez, a quien espera a la salida de Zarzuela un equipo del Samur por si le da un soponcio al oir las noticas que llegan desde el Congreso. Esta jugada que parece maestra pone al presumiblemente efímero líder socialista entre la espada y la pared, y otorga más importancia si cabe al congreso federal de final de mes. Si para Iglesias, "es una sonsrisa del destino que él siempre tendrá que agradecer", los "barones" afilan cuchillos y no le se lo pondrán nada fácil si Podemos es su camino a recorrer. Los males menores ya no existen para los de Ferraz.
Mientras tanto, Mariano Rajoy, el hombre de la agenda muy libre, tiene que estar contento. Este movimiento no hará más que sumar adeptos a su causa si llegado el caso, Sánchez se aviene a pactar con los independentistas a quien Iglesias ya ha preasignado el nuevo Ministerio de la Plurinacionalidad. Ahí es nada. Lo que no ha conseguido la derecha en 30 años de democracia lo ha conseguido el núcleo podemita en poco más de un año: reventar la dañada credibilidad de un PSOE que hacía ya tiempo que era un heterogéneo grupo de subpartidos en el que las voces discordantes eran cada vez mayores.
Mucho tendrán que trabajar Sánchez y César Luena, "el hombre tras el hombre", para salir ganadores en este envite, hay pocos triunfos en sus manos.
Si (
No(
