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Carta a todos los ciudadanos y ciudadanas del mundo y algún que otro iluminado que todavía existe en los campos

viernes 03 de abril de 2020, 15:05h
Por Jacinto Godoy González

Ha tenido que ocurrir esta pandemia para ponernos en los primeros puestos

del ranking del mercado productivo y, junto a sanidad, transporte y servicios básicos,

que se nos considere -vía BOE- actividad esencial. Hasta ahora éramos el sector invisible,

el más empobrecido, marginado, abandonado, recortado, ninguneado y despreciado

en todo el mundo.

Tal ha sido la desesperación que, a comienzos de año, tuvimos que movilizarnos y

salir a las calles para reivindicar justicia social para este sector, denominado ‘primario’. Y

vaya que sí lo es. Muchos han descubierto con el confinamiento que sin la agricultura, la

ganadería y la pesca, no se puede sobrevivir. Hay que comer tres veces al día como

mínimo y de algún lado tiene que salir el sustento.

Pues sí, señoras y señores, en estos momentos somos la moneda de supervivencia,

junto con el sector sanitario, transporte y servicios básicos, los que hacemos que se

mantenga el país. Justamente los sectores que hemos estado y seguimos a la cola en

todo. A ellos también les recortaron, los maltrataron y los rebajaron.

¿Se darán cuenta ahora y para siempre de que nosotros no mendigábamos ni

lloriqueábamos por unos privilegios? Solamente exigimos unos precios justos que nos

permitan cubrir los costes de producción y vivir dignamente por el trabajo que realizamos.

No aspiramos a subvenciones, privilegios, horario de oficina y mamandurrias, como

algunos las llaman. Y, cómo no, que se acabe con el abuso del incremento de precios que

se produce en el recorrido del origen al consumidor. Y no somos los únicos. También se

han movilizado los alemanes, italianos, holandeses e ingleses, por ahora. Son las compensaciones

socioeconómicas que deben equilibrar la actividad en cada país. Una lucha

al fin, por los precios justos.

Como decía, justo lo que necesitamos en este momento es garantizar la comida

en el plato tres veces al día. ¿Cuánto vale eso?. Esto será una lección para las generaciones

presentes y futuras, que no nos creían y que nosotros intuíamos que iba a pasar. Los

que trabajamos en la tierra, en la mar o con animales tenemos el sentido que les falta a

los urbanitas y a algunos lumbreras de despachos.

¿De verdad se asombran por la compra del papel higiénico? ¿Por qué nadie

aprovechó para abastecerse de lo necesario para hacer un semillero y garantizarse la

lechuga, el brote o las papas?

Sabemos que, precisamente, el uso de papel higiénico se incrementa por el consumo

regular de frutas y verduras. Si nos pasamos a la comida ultra-procesada, el papel va a ser menos

necesario… Recordemos la preocupación por estas generaciones que piensan que la leche

procede del tetrabrick, el pescado del congelador y el huevo de la nevera. El supermercado es el

intermediario. No es la fuente de suministro. ¿También nos hemos olvidado de eso?

Nos sorprenden y nos producen estupor las noticias sobre la gravedad del lucro y la falta

de escrúpulos de algunos intermediarios en el acceso a material sanitario. Incluso nos cabrea

que nos den gato por liebre, con este material que necesitamos de manera urgente. Pues son los

mismos que mercadean con la comida, con el precio de la fruta, las verduras, el pescado, la

carne, la leche y lo que luego aparece en esos tetrabrick, en el plato o de oferta por unos míseros

céntimos porque vienen de territorios ultramar. ¡Cuánto daño invisible han hecho! Orgulloso el

consumidor que iba al supermercado y venía con un kilo de habichuelas a 2 € sin pensar que

estos precios dejan sin comer a otros.

Los países se han protegido del exterior con material bélico. Un material costoso que

debe almacenarse actualizado para que se conserve en estado óptimo. Nadie pensó en la

protección de la ciudadanía con almacenamiento de material sanitario, educativo o agrícola. Ya

los egipcios hacían acopio precisamente de gran cantidad de alimento. Correctamente conservado

y para ser versátil en su preparación y uso.

Puede haber otras pandemias y, sin ser pájaro de mal agüero, no será la última si no

cambiamos el sistema. Esta ha sido un aviso. En el sector primario sabemos de lo que hablamos.

Virus que arrasan hectáreas enteras de plantaciones, vertidos que aniquilan bancos de especies

marinas, epidemias que diezman el ganado. Hemos hecho frente a todas ellas empleando estrategias

de mejora que nos han permitido evolucionar para garantizar, como siempre, el suministro,

el cuidado del medio ambiente, el cumplimiento de las condiciones fiscales impuestas y

todas las vicisitudes que conlleva pertenecer al sector primario. Un trabajo en el que se vive, no

tiene horarios ni vacaciones, ni salario fijo.

Y aquí seguimos, como siempre, presentes para ayudar al vecino y vecina y al ciudadano.

Al entorno y al medio ambiente. En definitiva, a la sociedad.

Por cierto, ¿a alguien se le ha ocurrido el uso de los jardines abandonados para pasto?, ¿el

uso de campos de golf para cultivos de regadío?

Hay un refrán que dice: “una vez en la vida necesitarás un médico, un abogado y un

arquitecto, pero tres veces al día necesitarás a un agricultor”. Amigas y amigos, aprovechen el

tiempo de confinamiento para reflexionar. Cuando esto acabe, tendrán que cambiar muchas

cosas, si no, no habremos aprendido nada.

Ante todo esto, el sector primario seguirá en alerta continua para que la actividad no

decaiga y se garantice el abastecimiento.

Un agricultor = un ganadero = un pescador

La Aldea, Islas Canarias, España, Mundo

Jacinto Godoy González

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