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Cáncer de mama y mujeres fumadoras

martes 20 de octubre de 2015, 12:12h
Paseando por cualquier ciudad, llama la atención que los corrillos de fumadores que se forman en las calles a las puertas de bares, restaurantes, tiendas, edificios de oficinas, bancos, cines y cualquiera otro tipo de local público, están formados por una mayoría de mujeres. Lo mismo se puede observar a la salida de los institutos, o en los jardines de la universidad, donde hay fumando muchas más chicas que chicos.

En el segmento de profesionales de nivel universitarios de 30 a 60 años la diferencia entre fumadores y fumadoras se ha invertido respecto de hace décadas, dominando ahora las mujeres en proporción de 2, 3 o 4 a 1, dependiendo del estudio o de la zona geográfica. Incluso en los hospitales, a pesar de la prohibición absoluta de fumar, que se cumple solo en el interior de los edificios, vemos que los corrillos de los que fuman en los rincones apartados de los semisótanos, o de los aparcamientos, o de los jardines traseros, están compuestos casi en exclusiva por mujeres. Claro que también es cierto que la mayoría del personal hospitalario es femenino, pero la proporción de mujeres entre los fumadores es superior respecto de la del total de los trabajadores.

Ayer 19 de octubre fue el Día Internacional del Cáncer de Mama. Es el primer o segundo cáncer más frecuente en las mujeres en nuestro ambiente, y su frecuencia va en aumento, aunque, por fortuna, aún crece más el porcentaje de curaciones, que llegan en algunos estudios al 80 %. Con motivo de la celebración se ha subrayado la importancia decisiva del diagnóstico precoz y la necesidad de implementar los programas de educación en la autoexploración, así como los de mamografías preventivas, que deben realizarse con la frecuencia adecuada.

Entre las causas del aumento del cáncer de mama se cita siempre el incremento de la esperanza de vida, ya que a medida que hay más personas más longevas, también hay más posibilidades de desarrollar cánceres. Siempre se ha sospechado también que el tabaco influía en su incidencia y un estudio reciente, publicado en el New England Journal of Medicine, una de las dos revistas médicas generales más prestigiosas del mundo, ha demostrado que el riesgo de muerte por cáncer de mama se incrementa un 30 % entre las mujeres fumadoras.

Así pues, además de los programas de detección precoz, de autoexploración y de mamografías, es necesario insistir en la importancia de combatir el tabaquismo. Fumar, especialmente cigarrillos, tiene muchas consecuencias nocivas, disminuye la calidad de vida, reduce la esperanza de vida un promedio de 10 años y, en el caso del cáncer de mama, incrementa el riesgo de muerte al menos un 30 %.

El espectáculo de profesionales sanitarios fumando con sus uniformes clínicos puestos, por más que procuren darle al vicio en lugares discretos, más o menos alejados de la vista de pacientes, acompañantes y visitantes, es un mal ejemplo vergonzoso que nuestras autoridades sanitarias deberían erradicar definitivamente. Tendrían que implementar una prohibición radical de fumar en la totalidad del recinto de los hospitales y centros de salud, lo que incluye los jardines, los aparcamientos, los semisótanos, los sótanos y las azoteas e incluir el fumar en el reglamento de sanciones como falta grave y, por supuesto, abrir los expedientes oportunos e imponer las sanciones pertinentes.
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