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Ay ay ay, como duele Vueling

Por Daniel Molini Dezotti
domingo 09 de julio de 2023, 06:00h

No sé cuál será la razón, pero hay gente que piensa que yo escribo por encargo. Muchas veces me solicitan cosas imposibles, que para mí representan un hermoso desafío, que dura exactamente el tiempo en que constato que son imposibles y dejo de darle vueltas a los asuntos hasta que, bastante mareados, reaparecen para decir que nada es imposible en el reino de la confusión.

“Estoy indignada, absolutamente, con un enfado que me está costando reprimir, ¡no tienen ningún derecho!, lo que hacen es de vergüenza y no debería estar permitido. La gente, los usuarios, sus familiares, los empleados, todo el mundo, debería darse cuenta de que el abuso, además de aumentar la tensión arterial, el colesterol, fomentar las maldiciones, las malas palabras, los insultos, y la mala onda que genera tembladeras, también provoca melancolía y no está nada bien vender, a precio de oro, tristeza a las personas que tienen que viajar.”

Así, casi como lo transcribo, me lo estaba diciendo una lectora, para concluir: “Usted debería escribir un artículo, y ponerlos a caldo, ¡crujirlos!”

Acostumbrado a observar a las personas de cerca por razones profesionales, me di cuenta, al momento, que la deriva de la charla, que en realidad no lo era porque la única que hablaba era la señora, podía complicarse. Al ver que respiraba con dificultad, su cara enrojecía y las venas del cuello empezaban a parecer cordones, intenté conciliar, mientras ella repetía, como una posesa, ¡“Debería crujirlos!”

Aunque escuchaba con atención, pensaba para mis adentros, ¿cómo demonios voy yo a crujir a nadie si ni siquiera sé si se escribe con g o con j.?

Estábamos en la Rambla, yo miraba a los costados, me preocupaba que alguien sospechase que el culpable del estado de mi interlocutora fuera yo y no Vueling, compañía aérea que vuela con tarifas en gerundio.

“¡Mire si tiene o no motivos para crujirlos en el diario! Se lo voy a contar..., resulta que yo tenía un billete que me sacó mi hija para viajar a la península, con maleta, pero a último momento tuve que incorporar también a la reserva, ya pagada, una mascota que tiene el tamaño de un ratoncito, pero de variedad perruna, negro como la “luz” del genio de las tarifas, porque cobran como si ocupase un asiento, a pesar de tener que llevarlo sobre mis piernas, molestando a pasajeros vecinos.

Pero eso no es todo, sino que, además, la tarifa que tenía no permite llevar mascota y maleta en la bodega, si se lleva perro y maleta entonces tiene que encomendarse...”

Me asusté cuando empezó a temblar mientras abría una cartera, con intención de mostrarme un documento que le habían entregado en la agencia de viajes. “Yo no puedo explicárselo, a ver si usted lo entiende.”

Mientras desplegaba la nota yo le hacía gestos con ambas manos, dedos extendidos, posición vertical, movimientos hacia adelante y atrás, declamando como si fuese un mantra: “Tranquila mujer, tranquila, vamos a ver si hay materia...”

Me extendió un papel, prolijamente doblado, que decía: “Las tres tarifas de Vueling son las siguientes:

1) Básica: sólo permite llevar una mochila bajo el asiento y no permite elegir el asiento

2) Óptima: incluye maleta en bodega de 25 kg y una mochila bajo el asiento, no puede llevar un trolley en cabina, ésta sí permite elegir el asiento gratuitamente a partir de la fila 5

3) TimeFlex: la tercera y más cara, permite trolley de 10 kg. en cabina (no maleta en bodega) + mochila bajo el asiento + embarque prioritario + mostrador exclusivo de facturación + elección de asientos (a partir de la fila 5) + posibilidad de cambios y cancelación hasta 48 horas antes, dejando un crédito a su favor

Cuando se lleva una mascota en cabina, obligan a comprar la básica, la que no tiene derecho a nada, sólo mochila bajo el asiento. Si quiere trasladar una maleta hay que comprarla aparte, y en ningún caso puede elegir el asiento, ni pagando, ya que lo asignan ellos directamente.

En este caso usted había comprado la segunda, es decir la óptima, la de la maleta en la bodega, si ahora añadimos a Coco no sólo tendrá que pagar los 50,00 € que cobran por la mascota, sino que perderá los privilegios que ya tenía con esta tarifa, la maleta en bodega y la elección de asiento

Con lo cual si quiere llevar maleta en bodega, que es el caso, hay que volver a pagarla.

Por supuesto, si quiere que le aclare algo, me lo dice, porque es posible que se haya liado, de hecho, yo también lo estoy. Este tema nos está trastornado a todos, la gente interpreta que es ocurrencia de las agencias y no sabemos cómo explicarlo...”

El texto seguía con otras consideraciones, pero no seguí leyendo, mi concentración se desvió hacia elucubraciones extrañas, para hacerme sentir un reportero intrépido de fama internacional, escribiendo en el Washington Post un artículo crujiente, con capacidad para hacer bajar el valor de Vueling en la bolsa y los mercados, hasta que arreglasen el estropicio.

Se lo dije así a la mujer: “Yo por hacerlo no tengo ningún problema, pero debo decirle que a mi no me lee ni mi familia. Eso sí, le pondré ilusión, en fin, algo haré.

Lo que hice, nada más llegar a casa fue recuperar la explicación, para ver si mi promesa de una redacción crujiente tenía fundamento.

Interpreté, independientemente del estilo literario de la empresa, apuntando sola al beneficio económico, que los amantes de lo animales estaban asistidos por razones suficientes para considerar a las tarifas arbitrarias y repudiables. Antes de saber si eran “crujibles” o no, tenía que investigar en la RAE los alcances del término, desde el punto de vista académico, literal, y/o coloquial.

La explicación en el diccionario no me valía: “Crujir: Dicho de algunos cuerpos, como las telas de seda, las maderas, los dientes, etc. Hacer cierto ruido cuando rozan unos con otros o se rompen.”

Por suerte encontré otras acepciones, usadas en sentido figurado: “Suspender a alguien en un examen, en una inspección o similares, imponerle una sanción, cobrarle una factura muy alta. Ejemplos: “El profe me crujió en la evaluación." o "Hacienda te va a crujir este año.”

Por lo tanto, como pretendía la viajera, lo declaro: “¡Vueling, considérese simbólicamente crujido!”

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