En el inicio de su intervención, Atteneri López hizo referencia a algunas clases de parásitos que causan enfermedades en millones de personas en todo el mundo, como la enfermedad de Chagas, que es endémica en 21 países pertenecientes al sur, centro y norte de América. Esta enfermedad sólo tiene dos tratamientos con compuestos activos, que son el Nifurtimox y en Benznidazol. En muchos casos, los pacientes deciden no aplicarse el tratamiento debido a los duros efectos secundarios.
En general, el porcentaje de patologías causadas por los parásitos depende de muchos factores, como por ejemplo la región en la que se puede hacer el estudio, o a factores determinados, como pueden ser el uso o no de lentes de contacto.
Las amebas no tienen una pauta farmacológica disponible de manera global, por lo que en muchos casos se utiliza una combinación de fármacos que suelen ser muy tóxicos y que hay que tomarlos durante un tiempo prolongado como norma en centros hospitalarios: “Este es uno de los motivos por lo que hay que buscar nuevos fármacos a los que ya tenemos”. Los nuevos compuestos a utilizar en esa búsqueda pueden ser naturales, como plantas o animales, semisintéticos y sintéticos.
El índice de selectividad aclara en qué grado es selectivo el compuesto frente al parásito. Cuando se encuentran los compuestos más selectivos, el siguiente paso es buscar los que produzcan ‘la muerte celular’ más silenciosa posible. Ese proceso suele ser por necrosis o por apoptosis, además de la autofagia. Todo ello para buscar la muerte de los parásitos deseada. Los micro-organismos son también una fuente muy buena de principios activos. En el caso de las algas, las que tienen más compuestos activos son las algas rojas.