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Arico: ¿Bienvenido Mr. Marshall?

Por José Luis Azzollini García
martes 03 de agosto de 2021, 05:00h
En estos días está que arde con el tema del varapalo dado a Arico desde el Gobierno de Canarias con el asunto de la expansión turística del Municipio sureño en la zona conocida como “Punta Abona”.

Por un lado desde el Gobierno, se esgrimen argumentos, tan poderosos como los son, la defensa de un escarabajo (Pimelia canariensis), que hasta este momento nadie sabía de su existencia y, sobre todo la importancia que tiene para el hábitat en el que se mueve. Argumenta también, el Gobierno, la coexistencia de plantas endémicas catalogadas como vulnerables, como la conocida por “Piña de mar” (Atractylis preauxiana). Además de unas dunas que aunque no se consideren como las de Maspalomas, siguen siendo dunas importantísimas. Todo ello parece que desde la parte promotora, se ha tomado conciencia y se ha trabajado duro para evitar el daño que se pudiera infringir a tamaño desastre. Pero esto último debe ser que tiene muy poca consistencia, porque en los artículos que he leído, nada se nombra de la valoración que se le da desde, quienes en el Gobierno de Canarias, son responsables de hacerlo. Bien es verdad que nada he visto publicado desde esa parte del Gobierno que tiene que ver con el Turismo: ¿Nada nuevo que aportar?

Y, ¿cuál es la realidad que se puede observar en el entorno en el que iría ubicado el macro complejo turístico que se pretendería construir?

Según parece, es un área de acceso no demasiado fácil, como mucho arbusto y piedras debajo de las que seguramente habrá escarabajos, lagartijas y otros bichitos. La existencia de un edificio antiguo en claro estado ruinoso, nos deja ver que en un momento de la historia, alguien ya se había fijado en el lugar para desarrollar, según tengo entendido, una labor sanitaria. Hoy en día, como digo, una auténtica ruina, que nadie se ha preocupado de restaurar, aunque solo fuera como recordatorio de la historia viva de Tenerife. Tengo entendido que algunas personas estuvieron ocupando de forma, digamos, “sui-géneris”, dicho espacio, pero que ya no están. Por lo demás y, en resumen, una zona donde la vida que se ve o se espera, es la de los insectos y vida vegetal que se alega en los argumentos oficiales. Seguramente en los libros especializados en estos temas, las referencias sean más visibles que lo que pueda ser para el resto de los que vivimos en esta isla y para quien nos visita.

Por otra parte, tenemos la versión de quienes, desde la política, defienden la creación de un nuevo espacio turístico en esta amplia franja de la costa ariquera. No es que sean argumentos que denoten una transparencia absoluta, pero son sus argumentos. La autoridad máxima local, el Sr. Alcalde, infiere que sería una gran oportunidad para un municipio que está con un altísimo nivel de paro -25,98%-. Y en una gran cantidad de ese porcentaje están incluidas personal de entre 30 a 44 años. Y otro número importante entre 45 y 64 años. Comenta que la aceptación de este plan urbanístico aportará más de 1.500 puestos directos (en otro artículo, he leído que esos puestos rondarían los 800), más los indirectos. Dice, también, que aportará riqueza al pueblo y a la isla en general. Y, en todo lo que dice tiene razón. Qué duda cabe que la construcción demandará mano de obra especializada para construir los 4 hoteles de cinco estrellas (después tocaremos este tema), el parque, el paseo litoral, y para la explotación de los establecimientos turísticos y comerciales. Salvo claro está, que dicha mano de obra se traiga de fuera <Mucho de lo que se construyó en Playa de las Américas en el boom turístico, se hizo con personal gallego, andaluz y del resto de Europa>. Quiero pensar -me gustaría estar seguro- que, desde el Ayuntamiento de Arico, teniendo en cuenta las buenas perspectivas que apuntaba este gran proyecto, hasta este momento, se habrá organizado una formación exhaustiva para, primero formar a personal en temas relativos a la construcción. Y, paralelamente, habrán comenzado -y seguirán en la actualidad- a formar a los ariqueros y ariqueras en temas turísticos, para cuando se terminen los establecimientos, no haya que seguir viendo cómo se repite esa frase que tanto oigo a muchos políticos: “se ha tenido que traer gente de fuera, porque el personal local no está bien formado”. De esto no ha dicho nada el Sr. Alcalde. Tampoco ha mencionado las importantes sumas de dinero, vía tasas municipales, que entrarían en las arcas Consistoriales -y en qué y dónde se va a invertir- desde el primer momento en el que se le dé el definitivo VºBº, aunque esto último se presupone.

Y, por último, también habrá de analizar la parte directamente más dañada en todo este embrollo. Me refiero, por un lado, a la propiedad de los terrenos, que han podido pensar, aunque solo sea con la ilusión de la esperanza, cómo unos terrenos que no se han utilizado desde hace mucho tiempo, ahora podría ser el camino hacia la tranquilidad económica. Y, por otro lado, el de los empresarios que fueron capaces de ver en esos terrenos un futuro de lanzamiento económico y, por qué no decirlo, de enriquecimiento también. Ambas partes, se sabe que llevan tiempo metidos en el meollo. Los primeros, aportando paciencia y ganas. Los segundos, modificando cuántas veces se les ha solicitado, que se atendiera a las especificaciones naturales de la zona a construir. Parece, por lo que leo que ha argumentado el Sr. Alcalde, que no han parado de trabajar en esas modificaciones.

Por mi parte, tras analizar unos y otros argumentos, lo tengo bastante claro: No se puede dejar escapar la inversión privada para un paraje, que hoy por hoy es “zona lunar”. Claro que, no soy excesivamente objetivo en esta opinión. He sido hombre del Turismo y seguiré siéndolo. Pero no nos confundamos, mi condición no debe presuponer un fanatismo desmedido. Muy lejos de eso, me planteo -plantearía- una serie de condicionantes para cada una de las partes implicadas:

En primer lugar, al Gobierno de Canarias, le pediría que dijera las verdaderas razones para que se desdiga, ahora, de lo que defendió en otro momento, haciendo cambiar las normas subsidiarias urbanísticas de Punta Abona y no vengamos a decir que eran otros los que ocupaban los asientos de responsabilidad -los técnicos serían prácticamente los mismos-. También le pediría que explicara cómo va a compensar a esta zona deprimida de Tenerife, más allá de seguir ampliando el vertedero del PIRS.

Al Sr. Alcalde y resto del Consistorio de Arico, le aconsejaría que creara ya la figura del asesor turístico (técnico en la materia, preferiblemente con experiencia en este subsector de la producción) -en un Ayuntamiento cercano ya lo han hecho- pues, a tenor de los movimientos que se vienen observando, parece que contar con este tipo de técnicos ayuda a posicionarse en los temas turísticos con mayor coherencia y asertividad. También le diría, que si de verdad cree en el Turismo, que no espere a tener este gran proyecto terminado; que empiece ya a formar al personal. En caso de que, al final, no se hiciera efectivo; el trabajo en formación nunca caería en saco roto.

Y, además, como en estos días pasados he tenido la oportunidad de dar un paseo por toda la carretera general desde San Isidro hasta Arico, le podría decir que potenciar la agricultura, también es pensar en turismo. Desgraciadamente, aunque he podido ver algunas huertas cultivadas (en Las Vegas -Chimiche-, Algo en el Río de Arico, y algo más en la entrada y salida a la Villa de Arico), la realidad es que la mayor parte de ellas, son solo aptas para rodar películas de desiertos y/o plantar células fotovoltaicas. Sé que en la antigüedad, lo normal era lo contrario, entre otras cosas, porque los veranos de mi infancia, los pasaba en el Río de Arico. La mayor parte de los terrenos mantenían el color verde de sus cultivos de papas, tomates, viñas y frutales. Por cierto mis felicitaciones a ese pequeño grupo de valientes agricultores de la zona que siguen aportando paisaje y buenos productos. Y, vaya también mi agradecimiento a quienes hayan sido los responsables del remozamiento de la calzada y “quitamiedos” de la mencionada carretera.

Sería bueno, por otra parte, que el plan de urbanismo, no contemplara la creación de nada que pudiera suponer que este gran proyecto turístico, vaya a significar la expansión especulativa inmobiliaria de las zonas aledañas.

A los Promotores, les pediría conocer más en profundidad el proyecto de viabilidad para llenar y mantener esas plazas hoteleras con la calidad de cinco estrellas, ahora y dentro de 20 años. Obviamente, la posibilidad de grandes catástrofes como la actual, pueden darse; pero lo normal es que no se produzcan con frecuencia. Esto que se anota, sería muy importante para saber si en el plan de viabilidad del que hablo, se contempla como se conseguirá llevar a esta zona ventosa un turismo de calidad que llene las casi cuatro mil plazas que se pretenden construir. También sería bueno conocer que compañía o grupo empresarial hotelero está detrás de esta construcción. No sería la primera vez que se vieran hoteles de gran nivel cualitativo, teniendo que ser vendido a clientes de bajo nivel adquisitivo.

Y, a la parte propietaria de los terrenos, solo me reta decirles que tengan paciencia, pues aunque en estos momentos parezca que MR. Marshall, pretende pasar de largo, podrían dar un frenazo y retroceder en cualquier momento.

¡Caramba!, se me olvidaba mencionar a la parte más preocupada por la flora y fauna de Punta Abona. ¿Sería posible que además de negativas, propusieran alternativas para poder evitar que una inversión económica poderosa no aterrice en la isla? Estoy seguro de que, si se ponen a trabajar junto a los promotores, algo se aclarará. Al parecer hay predisposición por parte de ellos en buscar soluciones válidas. ¿Ninguna de las aportadas puede ser considerada como viable? A los que no estamos metidos muy de lleno en esas cuestiones ecológicas pero prestamos atención a ellas, nos gustaría pensar que hay voluntad positiva en todas las partes. Tengo años y memoria para acordarme de que, en lo que hoy es el complejo de apartamentos Santiago IV de Playa de Las Américas, antes había unas salinas y se argumentaba que no se deberían destruir porque constituía un lugar de nidificación de aves endémicas como la pardela canaria (creo que denominadas como puffinus holeae), aunque también se hablaba de la cantidad de larvas de mosquitos existente. Como todo el que haya pasado por este lugar sabe; se construyó, se eliminó las salinas y las pardelas, con su característico grito plañidero, se siguen oyendo por las noches. Que digo yo, que se tuvo que haber llegado a un acuerdo en esa época. No se hubiera entendido que una negativa rotunda hubiera impedido que la zona hubiera paralizado su crecimiento.

Confío en que todo el que pueda ponga su granito de arena para que no se repita lo de: ¡ Goodbye, Mr. Marshall !
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