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Antídoto

Por Daniel Molini Dezotti
lunes 21 de noviembre de 2022, 20:35h

Allá por el año 2000 publiqué una columna en “Diario de Avisos” titulada “Declaración de Amnesia”, después reproducida en otros medios.

En el texto me ponía en la piel del general Augusto Pinochet, siniestro personaje cuyo nombre figurará, por los siglos de los siglos, en la historia universal de la vileza.

Sin autorización de nadie y actuando como si fuese el propio militar a punto de ser deshonrado, exponía: “Declaro por mi honor de senador vitalicio que no tuve nada que ver con los miles de desaparecidos, los cementerios clandestinos, los fusilamientos en las cárceles, los atentados y la creación de los servicios secretos. Asimismo, declaro bajo juramento que no tuve nada que ver con todo lo malo que pasó en Chile mientras era emperador, y, si tuve algo que ver, en este momento no me acuerdo."

Como reacción al mismo recibí comentarios, algunas cartas y otros trabajos, destacando de entre todos ellos uno firmado por Maoke, que se difundió en un foro de humanidades y literatura, cuando todavía las redes no se llamaban Facebook, Twitter o WhatsApp.

En aquel tiempo me pareció muy enriquecedor, me lo sigue pareciendo todavía, así que apropiándome de sus palabras las reproduje, intentado expresar con ello gratitud a la autora por su sensibilidad.

Lo tituló "Antídoto" y utilizando una idea parecida pero con otra protagonista respondió:

"Mi nombre es Hebe de Bonafini, durante muchos años fui madre en un país ancho, hilvanado por la costura al suyo, general.

Ahora soy madre de madres, madre del mundo, madre de mayo. A diferencia del suyo, en mi pecho no hay más medallas que la del tenaz recuerdo, y no cuelga, late dentro.

Fui madre pariendo con dolor y amamantando con amor a los hijos que, más tarde, verdugos macabros como usted nos arrebataron. Primero fueron ecos nocturnos de botas en el suelo, portazos y gritos en las calles. Él no volvió a casa, a ella se la llevaron. Secuestro, tortura... Desaparición le dicen a la muerte argentina.

A las largas colas para averiguar destino, a nuestro reclamo en los cuarteles, les respondió la humillación y la burla. Después vinieron los milicos a convencernos con pasaportes falsos. Cansadas de desplantes y con la ausencia llorada de los hijos a cuestas, marchamos a la plaza para que nos mirasen a la cara. Unas pocas viejas locas, alguien contó que dijeron.

Unas pocas viejas locas aguijoneando desde entonces la amnesia de los verdugos. A ellas se sumaron otras, a todas se fueron sumando las que se sacudieron de encima el miedo, y plantaron cara a los milicos en la plaza.
Hasta que un día ésta ya no fue de mayo, sino de las madres de pañuelos blancos.
Se quiso imponer el olvido, se intentó amedrentar con nuevas desapariciones a las demandantes de justicia. Lo que quiso ser enterrado renació multiplicado.

Nuestros hijos están vivos porque nosotras "los amamos, los soñamos y los reivindicamos" en esta lucha contra el olvido.
Hay 30.000 hijos desaparecidos, y veinticuatro años de jueves en la plaza como antídoto a lo que hoy usted llama amnesia, general.

No hay Obediencia debida ni hay Punto Final. No hay reparación económica que nos haga callar.

Ni más homenaje ni monumento que el compromiso con los ideales de nuestros hijos. Ellos están vivos. Nuestro reclamo de justicia se ha extendido y ha cruzado el mar en el que quisieron enterrar la libertad.
Sus torturados, sus desaparecidos, son hijos del mundo. Son, sepa general, también nuestros hijos.

Ni olvido ni perdón. Sea nuestro recuerdo el antídoto a su amnesia.”

Un acontecimiento, manifestado en un comunicado de prensa, me trasladó a aquellos tiempos: “Con mucho dolor informamos que hoy, a las 9:20 horas de la mañana, falleció Hebe de Bonafini. Agradecemos enormemente las muestras de amor, acompañamiento y de preocupación que en estos días de internación en el Hospital Italiano de la ciudad de la Plata como en toda su trayectoria militante ha recibido mi madre.

Son momentos muy difíciles y de profunda tristeza y comprendemos el amor del pueblo por Hebe pero en estos momentos como familia tenemos la necesidad de llorar a la Madre de Plaza de Mayo, a Hebe, en la intimidad por lo que iremos informando a partir de mañana cuales serán los espacios para los homenajes y recordatorios. Desde ya no hay palabras que signifiquen realmente mi agradecimiento para el equipo médico que durante tantos años la asistieron y cuidaron. La seguiremos encontrando a Hebe en la plaza y en las luchas del pueblo. Firmado Alejandra Bonafini. La Plata 20 de noviembre de 2022”

Luego, en una entrevista de hace dos años escuché su voz, explicando que a padre le gustaba el nombre Francisca pero no a su madre, y que por eso la llamaron Hebe.

No obstante, su progenitor no asimiló el cambio, de allí que la bautizara “Quica” apelativo de Francisca.

De ese modo la conocía su familia, amigas, hijos, Quica Pastor, hasta que por una llamada telefónica se enteró que no encontraban a su hijo Jorge.

“Cuando me llevaron el primer hijo me cambió el nombre. A partir de ese momento fui Hebe de Bonafini, una transformación muy violenta.”

Nunca imaginó el protagonismo que tendría, las causas que defendería. Considerada un ejemplo para muchos fue criticada por otros, por culpa de opiniones y actitudes que generaron algunas controversias. Ella, seguro, hubiese preferido seguir siendo “Quica” Pastor en vez de Hebe de Bonafini, disfrutando de sus dos hijos y nuera que el delito genocida arrancó de su lado. DEP.

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